domingo, 16 de marzo de 2025

Compasión (capítulo 9 de Historias de un Individuo Imposible)

 

 

He decidido ser compasivo con quienes me van a leer. ¿Quién puede dimensionar a qué se renuncia y qué cambia cuando yo decido ser compasivo con los seres humanos? Sépase que no es una conducta encubierta—o directamente—despectiva ni arrogante, porque ser un individuo imposible me pone en cierta condición singular y paradójica. Mis palabras son siempre nuevas palabras, aunque parezcan las mismas de todos; pero también son despreciables, porque no sirven para lo que la gente valida y usa las palabras. Yo me inspiro todo el tiempo y sin cesar en la poderosa enseñanza del sol: alumbra y calienta sin cesar y sin diferencias manifiestas lo mismo sobre buenos y malos, sobre humanos y no humanos. La compasión encierra en mí—creo—algo así como humildad existencial y moral disponible para que sea Realidad la que decida qué hará con mi compadecido, y no tenga yo que condenarlo, ni siquiera asignarle un valor, o estado determinado y definitivo, a ese que no me resulta bien. Sin embargo, para que se entienda precisamente en aquello que voy a exponer en este escrito, si me encuentro en la calle con un maleante que está actuando de forma violenta, por ejemplo, contra un niño, mi compasión no me impedirá que también actúe de alguna manera suficiente para impedir que continúe con su manifiesto acto brutal. Se puede y se debe—llegado el caso de conciencia—ser violento como el más violento, sin poseer una condición y carácter en absoluto violento. La cuestión de fondo que nos propone la Realidad continuamente es ante todo en qué estado de realidad tratamos de estar, o simplemente, o finalmente, realizamos.

Siempre estamos adentro de un algo-realidad que nos impone sus condiciones y limitaciones. Nuestro sí-mismo, nuestra consciencia, nuestra mente ya es un algo-realidad impositivo y condicionante. Si dentro de las Ciencias se hubiese creado una ciencia particular y una epistemología fundacional acerca de los determinantes de la existencia humana y universal, yo respetaría algo más a esta coja, tuerta y arrogante necia que pretende conocer la realidad mejor que nadie, a ciencia cierta. Pero la huye y la rehúye como una rata asustadiza, porque intuye con el rabillo del ojo tuerto que ese saber acabaría destruyendo a todas las Ciencias, y trastornaría al burdo animalillo de dos pies enclenques que la sostiene y la delira. En cambio, se afana por engrandecer y convencer a esta rata humana delirante que se sube al escenario del mundo para actuar un diosecillo en camino a la omnisciencia y omnipotencia, sin anticipar el agujero abismal adonde en masa se encamina. Las Ciencias también nos imponen un algo-realidad, lo mismo que son a su vez el resultado de un algo-realidad condicionado.

¡Qué ironía!... Los griegos buscaron afanosamente el principio (ἀρχή) de todas las cosas, de la realidad, y se encontraron por todas partes y de todas las maneras con el relativismo y subjetividad de la condición existencial y mental del ser humano, del filósofo-científico pensante. A cambio, creyeron descubrir una Naturaleza (Φύσις), un cosmos-orden (κόσμος) independiente del ser humano, un objeto universal no subjetivo ni relativo—incluso aunque fuese causado y gobernado por un dios platónico o no-platónico (realidad absoluta)—. Este Universo podía ser, entonces, el escenario sólido y seguro para constituir y construir una existencia cierta y un saber ciertos, un parámetro estable y definido de verdad y falsabilidad. En términos y parámetros siquiátricos: “he aquí el juicio incontestable de realidad (incontestable)”, la sanidad mental por excelencia. Pero no, nos hundieron hasta siempre contra el fondo del mismo pantano ilusorio y sicótico del que buscábamos huir—huyendo de nuestra delirancia humana—, pues la Naturaleza es la Causa Suprema de toda ilusión y delirio, las sublimes entrañas materiales de la Superilusión, el Supremo-Estado-de-Realidad desde donde nace—sin nacer—y allí mismo habita nuestra condición relativa, alucinada, efímera, antropogénica. La sólida, incuestionable e inevitable realidad cotidiana… ¡Qué ironía!

“Sueña el rico en su riqueza, que más cuidados le ofrece; sueña el pobre que padece su miseria y su pobreza; sueña el que a medrar empieza, sueña el que afana y pretende, sueña el que agravia y ofende, y en este mundo, en conclusión, todos sueñan lo que son, aunque ninguno lo entiende.”[1]

¡Vaya ironía!... Se puede soñar que se sueña, y se puede delirar que se delira. ¿Cuántas matrioshkas son la Realidad?... ¿Una o/y infinitas?... Incapaces de superar aunque sólo sea una ilusión, nos obligamos y estamos obligados a concebir todo en términos disyuntivos, duales, agregativos, contrapuestos (o/y), por ejemplo, realidad/irrealidad. Yo vengo de vuelta de las regiones de lo Imposible, o sea, apenas un milímetro más allá de la punta de sus narices. Yo no traigo respuestas, sólo una cornucopia de ilusiones para desplegar como confeti ante tus desorbitados ojos. ¡Coje la que quieras, coje la que puedas! ¿Te preguntas si yo soy un alienígena/extraterrestre?... ¡Sí lo soy!... Un milímetro más que tú. Sólo un milímetro más que tú basta para ser Dios y/o Demonio.

¡Qué difícil y hasta imposible es para ti ir, aunque sólo sea un instante, hacia afuera de ti mismo! Mírate como piensas todo desde tu único color político, o sea, a los seres humanos amigos y/o villanos, sólo humanos y/o no-humanos. Mírate como miras a los que no creen en lo que tú crees. Mírate como sientes a los que no son tu familia, a los que no son de tu nacionalidad, a los que no poseen tu color de piel, a los que no hablan tu idioma, a los que no son de tu sexo, de tu edad, de tu clase, a los pobres, a los enfermos, a los ladrones, a los mentirosos, a los miserables, o sea, a “los otros”. Mira la manera como cuentas tu dinero. Mira que respiras sin esforzarte ni quererlo. Mira que la sangre fluye por tus venas sin cesar, y tú no la sientes. Miras el pasto verde y llamarías imposible que no sea verde. Miras hacia arriba y sabes cielo. Miras las noticias que te ponen delante, y te informas. Ves morir, ves nacer, y no ves nada más allá, pero igual supones. Duermes, sueñas, despiertas, duermes, sueñas, despiertas… Sabes tu nombre, pero ¿qué es tu nombre? ¡Mira cómo estás leyendo ahora, y no sabes que el Universo lee a través de tus ojos!

El Juego quiere que juguemos. ¡Aprende cómo se juega con la Ilusión! ¡Aprende a salir de Todo sin salir de Todo! En cambio, tú sales de un Todo-sin-salir-de-Todo, porque no sabes jugar por ti mismo. Tu juego es un juego pequeño y elemental, puedes quedarte allí, volviendo una y otra vez de regreso a la partida, sí, o puedes decidir con voluntad inquebrantable avanzar al siguiente nivel. Tarea imposible. Para mí es motivación y recurso suficientes, aunque no sepa dónde acaba, ni cómo sigue, ni qué soy yo.



[1] Pedro Calderón de la Barca, La Vida es Sueño.


domingo, 9 de marzo de 2025

Milagros (capítulo 8 de Historias de un Individuo Imposible)

 

 

¡Oh desmesurada visión!... Según la IA el Universo contiene entre diez cuatrillones de vigintillones y cien mil cuatrillones de vigintillones de átomos, y de 100.000 trillones a 300.000 trillones de estrellas. A cada segundo se crean 4.75×1042 átomos en el Universo… Una estrella nace cada 2 diezmilésimas de segundo, y 3 a 5 estrellas en el Universo son aniquiladas por segundo. Si sólo esto—mera suposición probabilística—para la experiencia humana ya es inabarcable e incomprensible en lo que conlleva implicado, nuestra máxima locura es experimentar una realidad desde un aquí y un ahora—como si existiese un aquí y un ahora ciertos en esta INMENSIDAD—, como si la estuviésemos definitiva y progresivamente conociendo; como si estuviésemos existiendo dentro de una realidad tal y como la percibimos y la conocemos. ¡Ah, qué sería de otra Humanidad completa que pudiese experimentar esta realidad tan “imperativamente cierta”, en cambio y ante todo como una ilusión y un delirio imperativos, aunque todavía sin poder escapar de esta ilusión y delirio!... ¿Sería siquiera adaptativa y viable una Humanidad que supiese esta realidad como una pura ilusión y un delirio propio, al mismo tiempo que estuviese condicionada y obligada a vivirla como nosotros la experimentamos falsamente, incluso dentro de un ingenuo autoengaño extralímites, como propusieron el Buda o el Cristo: que por algún recurso, práctica o artilugio, naturales o sobrenaturales, pudiésemos escapar de la Suprema Ilusión? ¿Qué cambia de esta ilusión y delirio cuando yo sólo sé que todo es así, pero no puedo dejar de experimentarlo como tal? Posiblemente sólo sea una forma mental un poco más refinada de la misma ilusión y delirio, pero también una forma antropogénica que aporte una respuesta sincrónica más refinada de parte del Universo, por ejemplo, como la aparición en los cielos personales de unos ovnis inteligentes, sobrenaturales e incomprensibles; o bien, la concesión de una sincronía más avanzada y para-natural, como en la magia, en la espiritualidad, o en el milagro, o en lo forteano. O tal vez solamente como el tigre que se queda agazapado, inmóvil, esperando entre la niebla algo que huele demasiado extraño y nuevo, sin saber nada más que eso, sin poder hacer nada más que eso.

Al menos yo lo he vivido y experimentado así desde mi adolescencia. Son demasiados los milagros y las sutilezas del Universo mío como para hacer mención somera de ellas. O como para simplemente no hurgar intensamente en ellas un poco más de lo habitual y de lo ya dado, acuciado por esta compulsión de roedores humanizados que, entre otras, nos caracteriza evolutivamente. Uno de los obstáculos y espejismos más limitantes y problemáticos de lo forteano y de la presencia de lo extranatural en nuestro nivel de realidad es que estamos condicionados y facultados para experimentarlos y conocerlos sólo desde este lado nuestro, con nuestros pobres e ilusorios recursos cognitivos, sicobiológicos, materiales y existenciales, pero desconocer, ignorar y exclusivamente especular ficcionalmente acerca de todo lo que lo origina (o está) desde “el otro lado” (Lo no-nuestro). Un caso de un individuo contemporáneo muy poco conocido en Occidente, el cual representa claramente en su persona esta ambigüedad sutil de la ilusión llevada al límite del milagro naturalista en nuestro plano de realidad es Sathya Sai Baba. Sai Baba hacía milagros, pero no sabía qué eran sus milagros—incluso, ¿esos serían milagros?—, al igual que Jesús, el cual experimentaba y especulaba de forma delirante con un Dios causal y padre, porque seguía hallándose profunda y condicionadamente sumergido en nuestro nivel de realidad ilusoria, él sólo un poco más sutilmente lúcido que cualquier científico nuestro respecto de la Suprema Ilusión. ¿Que era un hombre…? Todo lo prueba… ¿Que era un ser divino…? Nada lo prueba… ¿Sus milagros? Muchos humanos hacen milagros y obras contra las “leyes” de la Naturaleza, sin que demuestren con ello nada divino. Además, ¿alguien sabe qué es lo divino, si con un poquitín de honestidad alguien ha reconocido: “a Dios nadie lo ha visto nunca”[1]?

Los milagros, lo sobrenatural, la magia, lo aparentemente sobrehumano es lo único que ha hecho suponer, por ejemplo, que Jesús era divino: “Si ustedes no ven señales y prodigios, no creen”.[2] Pero, ¿por qué habrían tenido que creer por otro medio o razón, si su doctrina no era más que un zurcido de ideas y conductas “demasiado humanas”, producidas, tragadas, deglutidas y defecadas a través de toda la Historia humana? Ideas románticas, rebeldes, utópicas, polémicas, pero estrictamente humanas, como Novalis hizo eco de ellas: “El hombre debe convertirse en lo que es: un ser divino, lleno de luz, amor y sabiduría."[3] Ningún taumaturgo, ni dios, ni alienígena ha revelado nunca nada que demuestre él mismo un saber inalcanzable y sobrehumano. Toda vez que me he acercado peligrosamente a la Fuente-Sobrehumana-del-Milagro sólo he obtenido, primero, la aniquilación de todo saber humano; luego, la comunicación trascendental que apenas he podido procesar torpemente en mi interior como un: “TODO ES ILUSIÓN Y DELIRIO”. Si Jesús transformó el agua en vino, o caminó por encima de las aguas, o resucitó a unos muertos, sólo demuestra que todo esto es una ilusión y un juego que puede ser manipulado y reordenado de una manera mucho más fácil y sencilla de lo que desde siempre hemos creído. Yo creo que no es necesario saber que todo es ilusión y delirio para quebrantar las reglas de este juego ficcional. Yo creo que basta con alcanzar cierta interfaz profunda mente-realidad para obtener el crédito de alterar este sueño que estamos soñando. Pero, —¡cuidado!— ello no implica que nos hayamos convertido en amos y señores por sobre la ilusión y el engaño, sino simplemente avanzamos a un “nivel superior” dentro del mismo sueño, ilusión y engaño. Pasamos del nivel de estar subordinados y sometidos pasivamente dentro de nuestra existencia ilusoria, a crear y alterar ilusión dentro de la misma Ilusión. Los cristianos, los musulmanes, los creyentes en cualquier Dios piden, rezan, desean, porque ellos mismos son incapaces de producir ciertos cambios que quieren para sus existencias; pero si ellos pudiesen crear cambios en sus limitaciones e insatisfacciones, si ellos pudiesen controlar mejor el delirio de sus existencias, si pudiesen hacer milagros y maravillas, ya no necesitarían a un Dios que les prometa o les facilite el lenitivo de su felicidad—pero que jamás se realiza aquí y ahora—, y hasta se les haría obvio y necesario no creer en la existencia de Dios. La inmensa mayoría de los seres humanos no quiere superar y salir de la Ilusión y del Delirio, sino sólo experimentar una ficción de realidad más amable para ellos. Para la inmensa mayoría de los seres humanos sería un non plus ultra, un máximo concebible, un Paraíso y un Reino de Dios, poder aquí y ahora volar con su propio cuerpo, teletransportarse, convertir el agua en vino, realizar cualquier fantasía y deseo sexual, realizar lo que deseen realizar, convertir casi cualquier sueño en realidad, hacerse inmortales, aunque todo sea una completa Ilusión que siempre de alguna manera tendrá que acabar. En cambio, ¿para qué buscar algo inconcebible? ¿Algo que pueda incluso acabar por completo con la ilusión de uno mismo?

Yo me encuentro en ese umbral tenebroso. Yo sé que a través de mi vida he ido tomando decisiones difíciles, elegidas por mí en lugar de otras, donde los más hubiesen elegido las otras, pero no estas mías. En alguna medida estoy donde estoy, e iré hacia donde pueda ir, gracias a todas esas pequeñas elecciones previas, gracias a una capacidad que yo mismo me he llegado a habilitar, porque también me ha sido permitido habilitar. He venido, pues, a habitar en esta suerte de continuo y encubierto milagro. Los otros, los de Cristo, los de Sai Baba, los de los ángeles y extraterrestres, no me interesan. Nunca he deseado ser como Dios, nunca, consciente o encubiertamente, su poder. ¿Qué sopla furtivamente en mi corazón para que arda este fuego tan desasido de TODO, tan despiadadamente enemigo de toda ilusión, hasta de la ilusión de sí mismo? Y aun así me queda nada más que su aliento, soplo sin forma, sentido ni razón, como última exhalación ahí del moribundo. Nada más. O, tal vez, hoy me quede mañana, ese horizonte filudo y gris como un puñal que se va clavando de a poco en las entrañas mismas e invisibles de toda Ilusión.



[1] Jn. 1.18.

[2] Jn.4.48.

[3] Himnos de la Noche.


domingo, 23 de febrero de 2025

Libro de Revelaciones (versículo 1)

 

 

Dios creó

que siempre la Mentira y la Ilusión

fuesen para lo Humano

mejor y más conveniente

que conocimiento y verdad.

Que Dios es Amor

es de todas

nuestra mejor falsedad.

La segunda,

existe Dios.


jueves, 13 de febrero de 2025

Cuerpo Mente

 

 

 

No se debe ser complaciente con las sensaciones y necesidades del cuerpo,

no se debe ser ascético con las sensaciones y necesidades del cuerpo.

El cuerpo es un ser vivo que merece respeto, atención y consideración por sí mismo.

A veces se debe ser complaciente con el cuerpo, por amor y compasión al cuerpo,

a veces se debe ser ascético con el cuerpo, por amor y compasión al cuerpo.

¡Cuidado con los juegos de la mente!

Entre mente y cuerpo debe existir una relación y naturaleza de mutuo respeto y de reconocimiento y complicidad de mutuas necesidades.

El camino es largo, ajeno y difícil,

aunque también puede hacerse corto, íntimo y sencillo.

La mayoría de las veces no se debe ser ni complaciente ni ascético

con el cuerpo, con la mente, con todo, con nada.


martes, 21 de enero de 2025

¿Cuántas Personas en el Mundo? (Capítulo 7 de Historias de un Individuo Imposible)

 

 

 Capítulo 7

¿Cuántas personas en el Mundo?

 


¿Cuántas personas en el Mundo están buscando seriamente lo que yo he buscado fervorosamente durante toda mi vida? ¿Cuántas habrán llegado a la asombrosa garganta del desfiladero en que yo me encuentro? Sobre esto nadie podrá encontrar datos estadísticos en internet ni en ninguna parte. Yo mismo, ni nadie podrá hacer un cómputo. Si dijera mil personas, podría creerlo; si diez mil, también. No más lo creería. Aunque cualquier número no signifique nada, aunque uno solo más aparte de mí se me haría difícil de creer, aunque igualmente se me hace difícil de creer que no haya nadie más que yo. Al final de cuentas, creer vale bien poco si no se sustenta en alguna certeza probable. Sólo me rodea por todas partes una sobrecogedora sensación de soledad, de extrañamiento y alienación. Esto es una certeza. Qué he estado buscando denodadamente, no puedo precisarlo con conceptos definidos y claros. Sin intención—lo veo ahora— desde los doce años toda mi persona ha tendido con una misteriosa fuerza interior hacia los límites de la condición humana natural e histórica, hacia los límites de mí mismo, pero también hacia los confines de esta experiencia de realidad. Mi vida interior ha sido semejante al efecto que habría producido un big bang, semejante a una explosión que no ha dejado ni por un instante de desplegarse y extenderse en todas las direcciones que ella misma va creando y reconociendo a su paso. Si todo esto hubiese venido desde afuera, desde el Universo, por el medio que fuese, me habría aterrado y congelado. Habría experimentado el horror animal de atestiguar la distancia que existe entre mi yo y alguna insoportable fuerza trascendental y sobrehumana. No se me ocurre que yo hubiese podido evitar el suicidio o la locura, muchísimo peor que aquellas personas que han experimentado la peor de las abducciones alienígenas. Pero desde mi interior se ha infiltrado en mi yo, en mi mente, en mi persona, en mi cuerpo, proporcionada y progresivamente como el suero y la droga más natural y maravillosa producida por mi propio cerebro. Ya no puedo distinguir entre mi persona y esa condición que no es natural ni humana; esa condición, esa fuerza o entidad que explosionó dentro de mí en cuestión de horas un día y noche precisos cuando yo tenía doce años. Y no es que pueda siquiera reconocerla como otra cosa diferente de mí mismo, pues sólo he llegado a interpretar todo esto, e intuirlo así, al compararme con los demás seres humanos, los vivos que he conocido por cualquier medio, tanto como los personajes que han quedado registrados de una u otra manera a lo largo de la Historia. ¡Cuánto leí buscando saber, conocerlo todo! Leer era como echar con cada libro un leño a la hoguera de la realidad que sólo se expandía más y más con cada logos, y con un saber misterioso que así estimulado brotaba desde mi interior y lo llenaba todo afuera y adentro de mí. Pero yo no encontraba en nadie un igual a mí, sólo parecidos, conmovedoras similitudes, caracteres y exaltaciones personificadas de una humanidad descollante que, al mismo tiempo de sobresalir, de experimentar esta sobrecogedora fuerza interior, se desconoce a sí misma y a todos los demás. Mis conocimientos crecieron y crecieron progresivamente a través de mi vida, me volví sabio con todas las sabidurías humanas, experimenté el vértigo de atisbar las fuentes—digamos—divinas de todo nuestro saber, y todo ese saber estaba en mí, tan natural como yo me experimentaba a mí mismo. No veía dónde podía encontrarse un final ni un límite a esa experiencia de conocimiento ni a esta realidad que se develaba y se multiplicaba a sí misma en mí mismo y en mi entorno. Pero a los sesenta años periclitó, escoró con la misma naturalidad y progresión con que una nave se hunde en medio del océano sin que nadie ni nada la toque. Sí desde dentro, sobrecargado de mí mismo, desde este mismo fondo que no logro precisar, pero que se me hace más mío que todo lo mío, y que yo.

Cada vez que escribo una frase se me abren y ofrecen innumerables ideas y frases que podría o debería escribir, pero siempre debo elegir una sola, precisamente la que escribo, y lo demás, todo lo demás se queda en el desván cuántico de mi consciencia y de este registro verbal. Por eso estoy trabajando en ampliar el campo de mi consciencia asociada a mi intelección, y por eso escribo todo esto como un mero ejercicio de traducción y reducción de lo inefable a lenguaje categorial y conceptual, más que para mí, simplemente como esos náufragos que lanzan su mensaje en la botella con la esperanza, o por la necesidad, de fantasear de que alguien en alguna playa de este Mundo lo lea, y además lo comprenda. Cada día aprendo más y mejor a pensar sin palabras. Esto—estoy seguro—es una modalidad de integración al campo mórfico de la Humanidad. Lo puedo sentir, lo puedo constatar por medio de sincronías.

En aquellos tiempos juveniles cuánto y cómo sufría de soledad, como un expósito arrojado a la calle y que clama amor, más que pan. No recibí su pan más que como un guiñapo de miguitas y podredumbre, precisamente como aman los seres humanos. Hoy amo mi soledad, el exilio, uno de los bienes más preciosos que se me ha concedido en este plano. No sé si estaré realmente en lo correcto, seguramente menos que más, pero como lo han supuesto también quienes creen como yo en el poder extraordinario e incomprensible de ese fenómeno pervasivo y emocionante que los investigadores como yo curiosos han denominado sincronía, en parte he provocado también yo que el Universo me devuelva amor y compasión a través de toda mi vida, porque yo también lo he amado apasionada y compasivamente toda mi vida. Este Universo resuena en mi sensibilidad como una hermosa ilusión, una fantasía cruel, imperfecta, excesivamente dualista, pero sobre un escenario bellísimo en tiempo, materia y forma. Tal como Nietzsche, si no fuese por la sustancial estética de este Universo, yo no habría soportado ni el bien ni el mal, ni menos al ser humano. Tal vez por lo mismo el Universo ha soportado y compensado tanto tiempo al ser humano dentro de su propia creación. Sí que me costó, debatiéndome como un gusano expuesto a la luz, separar de mi carne el veneno de humanidad que se me había infiltrado, el tóxico trágico y fatal de la condición bestial, de los gorjeos mentirosos y superficiales de sus más grandes y atractivos ideales, Dios, amor, inmortalidad, paz, igualdad, libertad, ciencia, bienestar, placer, conocimiento, y otros tantos espejismos con que han aplacado, sometido, encantado y engañado a las multitudes sedientes y hambrientas de algo más que humanidad. Sí que me costó. Las personas que han tenido algún atisbo de mi extra-humanidad siempre me han estado preguntando cómo, ¿cómo lo haces?... Así como se les pregunta a los magos, ¿cuál es el truco?  Yo también quiero hacerlo. Creo que cada día hay más personas que quisieran abjurar de su condición humana. Cada día debería haber más personas que quisieran preguntarme, ¿cómo se hace, por favor, cómo se hace?... Por todas partes se nos enseña a salir de la condición humana hacia abajo, hacia atrás, y alrededor de uno mismo, pero ¿cómo se hace hacia arriba, hacia adentro, y hacia adelante?... O mejor, en todas las direcciones posibles. ¡Vaya qué pregunta! Para mí no ha sido un preguntarme continuo cómo se hace, sino derechamente un hacerlo de la forma más natural del mundo. Yo no soy un Cristo, ni un Buda, ni un Lao Tse, ni un Heráclito. Ellos enseñaron la vía, el modo, la verdad, y se expusieron a sí mismos como modelos. Yo no soy nada de eso, ni creo en nada de eso. Yo no sé cómo se hace, esto sí que no es de este Mundo, apenas tengo borrosos indicios de quién y qué me lo hace. Tal vez este Poder quiera que yo enseñe algo, pero no sé todavía qué, hoy menos que nunca; aunque quizás ésta sea la más sólida y segura enseñanza que pueda comenzar a enseñar desde hoy, el limpio virginal punto de partida in vacuo de una aventura sin fin. Sin embargo, lo que se dice hoy rara vez no se desmentirá mañana.

 

 


miércoles, 25 de diciembre de 2024

Frutos Secos

 

 

 

Los líderes del Mundo son unas bestias brutales

desde el más imponente hasta el más pequeño,

el motivo inconfesado que los anima a todos

es la posesión.

Instinto de posesión, instinto de propiedad capitalista

por sobre todo otro instinto bestial,

sistema globalizado al servicio de la Bestia poderosa

que ha llegado a poseerlo todo,

incluso tu escondido hogar,

allí tú eres el amo bestia que posee,

tu posesión, tu cuerpo, tu mente Bestia.

Te engañaron, nos engañaron

porque en lo profundo de toda bestia amorosa

prevalece el instinto de destrucción, depredación

por sobre el instinto amoroso de creación.

Hasta el Dios de Amor apocalíptico destruirá al final a su Ser amado,

¿y volverá a engañarnos con un resucitado reino de eternidad feliz?

Hay destinos, responsabilidades y causas que nadie ni nada puede evitar,

ni siquiera la pretendida libertad de un Dios humanizado.

¿Qué comeremos tantos cuando pronto hayamos destruido tanto

que sólo nos quedemos mirando ansiosos unos a otros, y nada más?

¿El cuerpo y la sangre de Cristo?

“Hagan esto en recuerdo de mí”.


jueves, 12 de diciembre de 2024

La Hora de Dios (cap. 6 de Historias de un Individuo Imposible)

 

 

¿Cómo podría creer en un Dios tan imperfecto, tan poco creativo, tan penosamente humano, incapaz de haber inventado otra creatura humana con una libertad que sólo tendiese a realizar el bien universal, y ni siquiera sólo para su propio beneficio?... Eso, suponiendo que un Dios se hubiese tomado en serio crear una realidad auténtica y unificadamente Suya, y no un juego incomprensible para su creatura, como se evidencia éste. ¿Cómo un Dios habría creado a este mamarracho que tiende a la autodestrucción y al daño permanente de todo lo humano y de todo lo divino?… ¡Qué cosa más tonta y antidivina habría creado ese Dios: a un pobre ignorante y retrógrado que prefiere echarle la culpa del mal a un demonio traicionero de ese santo señor Dios, o, en último término, a sí mismo, para así conservar libre de polvo y paja a un Dios intocable, al verdadero creador y único responsable de TODO!

¡No!... ¡Para mí es mejor que ese Dios irreal siga escondido, invisible, delirante, en el interior de la estructura de la mente humana, como un mero reflejo maníaco e insatisfecho de nuestra propia incapacidad natural!

Pero, entonces, ¿quién o qué es esa Entidad que a través de toda mi vida me ha amado y me ha maltratado adentro de mí—en todo lo que me compone, sin excepción, y en todo lo que soy—y en todo lo que existe fuera de mí, arrolladora y dulcemente?... ¿Tan infantil y antropogénico sigo siendo, a pesar de toda esta lucidez inteligente, que no puedo dejar de seguir experimentando esa—digamos así—Fuerza Directiva de la realidad, como si igualmente poseyese, aunque sólo fuese en parte, una condición semejante a Persona?... Es más, toda esa parafernalia sobrenatural, mágica, taumatúrgica con que lo han descrito desde siempre nimbado de rayos, de fuego, de ángeles, de milagros, y que ha empujado a todos quienes la experimentan a caer de bruces hasta golpear la frente contra el suelo en un gesto de asombro, anonadamiento, terror y adoración, yo también la he vivido, y también se me han doblado las rodillas deshechas como cera dentro de un horno, y he besado de un golpe la tierra con mi carne empequeñecida en partículas de polvo a punto de destruirse por causa de esa sobrecogedora Presencia. Yo sé—porque en ese instante terrible se nos enciende por primera y única vez, porque luego se apaga, un sentido y un estado interno de conocimiento sobrenatural—que no ha sido una alucinación, ni de otros, ni mía. En todo caso, si lo fuese, no sería menos alucinación que contemplar las estrellas, sumar uno más uno y que resulte dos, o amar a mis hijos. ¿Dónde y cómo encontrar la razón y la verdad de todo esto, sin que acabe ingenuamente llamándote Dios?... Negarte por completo, se lo dejo a los pobres durmientes de sí mismos, e insensibles a todo lo que vibra en este fuego trascendental llamado realidad. Yo no puedo negarte, aunque te niego, bendecido y maldito, yo no puedo negarte, ni quiero dejar de no poder, aunque empecinadamente te siga negando.

Aquí estás, en mí y en todo, como un misterio, como un acertijo indescifrable, como si yo fuese un niño con el Universo entre mis manos, imaginando y haciendo sólo niñerías con él. ¿Yo podría más, si quiero más?... Yo sé que yo soy Tú, y Tú eres yo, y esto es más que Tú seas Dios, y yo, un yo, pero también, menos, muchísimo más menos que más. Yo sé que a nadie dejas en paz, en la inmovilidad que se puede experimentar dentro del caudal de este río. Tú eres el río y la cascada, y tú la paz, el remanso, la verdad y la ilusión. Por eso quiero más, aunque reciba menos. ¡Cómo quisiera ver las palmas de tus manos dentro de las que me encuentro con el Universo herido entre mis manos! Pero no puedo, soy incapaz. ¿Hasta dónde quieres Tú mismo llegar haciéndote sentir en mí que tú y yo somos incapaces de más? Juegas contigo mismo en mí. Tú sí lo sabes, sólo en mí no lo sabes, por eso tampoco lo sabes. ¡Vaya juego!...

No puedes dejar de ser Persona, mientras soy persona, porque entonces no serías yo. Yo quisiera conocerte en tu ser No-Persona, conocerme tanto a mí mismo, que me trascienda a mí mismo, a mi humanidad, pero eso no lo puedo. Pero también me has revelado que el rayo transformador de toda realidad siempre está vibrando, a punto de salir disparado en cualquier instante de tu arco y de tu mano de fuego sobrenatural y semihumano. Yo sé que estás apuntando sin cesar esa flecha terrible justo hacia el centro de mi corazón. Todos cargamos esa sobrecogedora cruz tuya.

Y de ser cierto las profecías escatológicas, que también en mí has insuflado, y como has inscrito también en cada átomo y en cada onda, al final del túnel habrá una luz tan descomunal y tan nueva que lo borrará todo al crearlo todo. Si sólo dejarás entrar a los buenos, pero no a los malos, no podrás hacerlo, porque tú eres el Dios creador de tus buenos y de tus malos; pero sí podrás hacerlo, si entonces quieras dejar una parte de ti fuera de ese Tú mismo, porque me has hecho entender y saber que eres Dios, tanto como No-Dios. Y nadie sabrá antes ni entonces por qué, ni cómo, ni para qué.


viernes, 22 de noviembre de 2024

Dios es Amor

 

 

La Humanidad será la primera especie que se extinga a sí misma.

Extraordinaria y novedosa facultad de la especie que se encuentra en la cima

de la cadena evolutiva.

‒ ¿Progreso evolutivo?

Seguramente no es un error de cálculo de la Naturaleza,

sino sólo otro error interpretativo de la Inteligencia Humana.

Ni cálculo, ni evolución, ni inteligencia, ni humanidad, ni Naturaleza, ni error,

ni nada.

No tiene sentido culparnos unos a otros.

En esto no hay nada que evitar.

Sólo es inexorable nuestra autodestrucción.

Recomendación de la naturaleza profunda:

‒ Únete a tu avatar interno.

Te enseñará como morir.


miércoles, 13 de noviembre de 2024

Silencio Mortal

 


SI TUVIERA QUE HABLAR DE TODO ESO

callaría

jueves, 17 de octubre de 2024

Yo amé a la Humanidad

 

 

Yo amé a la Humanidad,

Aunque los ricos nunca amaron a los pobres.

Yo amé a la Humanidad,

Aunque los poderosos aplastaron a los débiles.

Yo amé a la Humanidad,

Aunque nunca dejaron de mentir.

Yo amé a la Humanidad,

Aunque todo lo dividieron entre el bien y el mal.

Yo amé a la Humanidad

Como cada sol y cada luna

Siempre la amaron

Desde un amanecer hasta un ocaso.

Yo amé a la Humanidad,

Aunque todo fue un extraño sueño,

Yo amé a la Humanidad.

 


miércoles, 16 de octubre de 2024

No llorar

 

No hay nadie que logre no llorar

cuando recuerda el pasado,

no porque los recuerdos

al alejarse

se vuelven tristes,

sino porque simplemente

todo ha pasado.


jueves, 19 de septiembre de 2024

Advertencia de Pandemia

 

La Humanidad ha creado al fin el virus más mortal de todo el Universo

su virus ha sido identificado como MATA O MUERE.

sábado, 14 de septiembre de 2024

Y ya no Importa Nada

 

 

 

Y ya no importa nada

Si me tomaste de la mano o la escupiste

Si murmuraste mi nombre o te escondiste

Si alguna vez te acurrucaste de noche

Como un gusanito retorcido a mi costado

Si tuviste hijos conmigo

Si a la noche siguiente ya no estabas a mi lado

Si el Universo creció y creció

Como un corazón inflado

Si ya no crees

Que dos más dos son cuatro

Si puedes leer estas letras

Sabrás

Humanidad

Que ya no importa nada.


sábado, 31 de agosto de 2024

Pueblos Pobres de la Tierra

 

 

Pueblos pobres de la Tierra

manipulados engañados estupidizados:

ganado delirando que pasta en verdes y jugosas praderas †eternas†

mientras los carniceros hechiceros del poder

afilan sus cuchillos de fuego

amontonándolos

esclava y suavemente

dentro del matadero.


miércoles, 21 de agosto de 2024

Existencia Humana (Capítulo 5 de Historias de un Individuo Imposible)

 

 

 

La visión más palmaria de nuestra condición existencial en este plano de realidad no se nos devela tanto en nuestro estado y progresión después de nacer en nuestra forma de moluscos dentro de su concha, como sí lo desnuda descarnadamente la muerte. Desde siempre que he puesto atención en la muerte tal como se manifiesta en el acaecer de mi entorno natural, en la manera como la muerte mata y rompe tan peculiar y totalmente a cada individuo, nunca he dejado de experimentar algo tan propio y exclusivo de la muerte - no lo he podido explicar -, que me instala siempre en un umbral-frontera ominoso, en una especie de intuición integral de sospecha y desconfianza, como si una corriente vibrante y alienígena me facilitase presentir con una sorpresiva modalidad de certeza que todo lo que se me aparece en existencia, todo lo que yo soy, todo lo que es como es, es sólo un efecto distorsionado y difuso, este Universo, de lo que no se me aparece, de lo que no soy, de lo que  no es como es. Durante gran parte de mi vida he tratado de reconocerme a mí mismo en los demás, de aprender discipularmente de otros humanos todo, humildemente y sin dudar de que había tanto saber disponible para mí, de que el Universo entero era un libro abierto para mí y para la humanidad, incluso de creer y presentir que había un poder divino, un designio superior, supremo, total, que lo hacía necesidad, realización y destino. Pero al final, como yo mismo me reconocía humano y lograba, en un acopio casi culpable de grandeza personal, reconocerme igual o semejante a los más inspiradores y señeros maestros de humanidad, de vida, de superación transformativa, de verdad, de Dios, y de cualquier realización máxima que un humano pudiese concebir, ponía atención repentinamente en su muerte, y entonces hasta Jesús, el Hijo de Dios, acababa apaleado y torturado por judíos y romanos, desgarrado vilmente en una cruz, como un cualquiera, es decir también como yo, sin nada, borrado como hijo de Dios, borrado como maestro de verdades, borrado como humano por la muerte, completa y terriblemente desmentido. Y lo que es aún peor, cargando él y yo una nueva tortura, todavía más absurda e incompatible con mi humanidad y la suya, la única del único, de haber resucitado. Porque, aunque no hubiese resucitado, o, aunque hubiese resucitado, yo sabía por vibración trascendental que eso mismo era mucho más incomprensible y desconocido, más incompatible con cualquier forma de existencia conocida y posible; es decir, más falso que todo lo verdadero, más separador y destructor de toda forma de vida, de conocimiento y de existencia, incluso que la muerte; más mortal que toda muerte y resurrección conocidas. Que las dos vías posibles o ciertas desembocaban estrechándose en un único y mismo despeñadero abisal. Y también el más sabio de entre los hombres, el más inteligente y lúcido, Nietzsche, acabar babeando espuma tirado en una calle de Turín, demente, embrutecido durante años de senectud como el peor humano, hasta morir deshecho así. Y Buda, el gran liberado en vida, el hombre inquebrantable y sabio en la verdad suprema, espejo de máxima paz concebible, acabando viejo y achacoso, desmentido en todo, morir como un cualquiera entre dolores y excrementos de disentería.

Claro que entonces yo podía creer en cualquier cosa después de la muerte. Podía tener fe, o agregarle cualquier argumento de fuerza mayor para salvarnos, para salvarme de la muerte alienígena, de esta muerte que siempre lanza una carcajada incomprensible justo al final, al caer el telón. Incluso la tuve intensamente, me solacé en certezas apacibles de continuidad, pero la muerte seguía vibrando en el aire como un cruel latigazo siempre más, todavía más incorruptible y mejor que cualquier evidencia. Y mientras más me desdoblaba de mis propios desdoblamientos, en esta autosuperación recursiva de molusco fuera de sus nuevas conchas, más la muerte destruía ubicua más la vida menos. Y ya no era la muerte, sino otra cosa mucho más inmensamente más que la muerte y que su vida. Y si quedaba algo de la vida, esta vida insistente que vive mientras vivimos, ahora vibraba que sólo le pertenece a la muerte.

Yo sé que esto no le ocurre casi a nadie, y el no experimentarlo lo vuelve fatalmente incomunicable, lo hace incomprensible, lo hace indiferente, lo hace ridículo, lo hace inexistente. Yo mismo lo he logrado sólo después de inmensas transformaciones tectónicas de mi mente, después de prácticas y prácticas centenarias de desdoblamiento, de separarme de mí mismo; de separarme no de mi cuerpo, sino de mi mente; de separarme luego no de mi mente, sino de mi yo; de separarme luego no de mi yo, sino de mi esencia humana… No estoy dejando una huella para que nadie me siga. Nadie puede seguir a nadie por estos lados. Tal vez el camino del Tao posee una inclinación propia. No hay nada que conocer.

lunes, 12 de agosto de 2024

El Tiempo, el Tiempo, el Tiempo...

 

 

 

Esta mañana, bien temprano, al levantar las persianas de mis ventanas, me encontré afuera, en el patio, que el Tiempo estaba jugando sentado en el suelo, solo, a los dados. Lo comprendí de inmediato porque parecía un niño, desgreñado y tonto. Entre él y yo existía una relación singular, como si nuestras mentes se comunicasen sin palabras. Aun así, no tuve miedo. Era - cómo decirlo - algo tan inmenso, tan inconmensurablemente más que yo, pero al mismo tiempo estaba allí, delante de mí, como un cuadro humano tan común, desvencijado y miserable. Me di la vuelta, distinguí la hora en el reloj de la pared: 6:47 AM. Entonces se me ocurrió una idea peregrina. Habíamos seguido el camino equivocado, todas las vías humanas desembocaban justo allí afuera, en mi patio. Al comienzo de los tiempos nos habíamos tocado las piernas y pensamos “caminante no hay camino, se hace camino al andar”, y ya, primero gateamos, luego nos incorporamos; orgullosos de tal proeza, echamos a andar simplemente porque ahora teníamos dos piernas, pero nunca y siempre caminábamos lo mismo hasta acabar uno y todos allí mismo, sentados en el niño extraño afuera de mi patio, jugando a los dados. Todo era tiempo pasado, presente y futuro, eso y nada más. ¿Para qué más, si sólo teníamos que recorrer el mismo camino, una y otra vez, de lo más natural, desde el principio de los tiempos hasta mi patio? Por primera vez me di cuenta de que yo no estaba sentado en mi patio, sino que miraba mi patio desde mi ventana, y yo no estaba allí. Pero tal vez sólo era la ilusión de mi propio reflejo que yo proyectaba sentado allí afuera, mirando hacia la ventana. Aun así, eso bastó para que el niño levantase la vista hacia mí y, riendo con lágrimas que caían de sus ojos, me susurrase para que nadie más nos escuchase:

No fue la mejor elección haber tomado el sol, la luna y las estrellas como unidad de tiempo. Malas elecciones el segundo, la hora, el día, y hasta la eternidad. Debiste haberles poetizado mucho antes que su única unidad de tiempo debería siempre haber sido la experiencia expansiva y fugitiva del instante dentro del cual aparece simplemente todo aquello que cada uno, y todos juntos, es capaz de contener allí, sin importar demasiado de dónde, adónde, cuánto, cuándo, ni qué sea.

Volví a dejar caer de prisa la persiana, y no he dejado de tiritar hasta este instante.


sábado, 3 de agosto de 2024

Apocalipsis

 

 


Apocalipsis

Kaliyuga

Dies Irae

Zand-i Wahman yasn,

¡Qué privilegio el nuestro

vivirlo al fin

toda la Humanidad

en primera persona!


martes, 30 de julio de 2024

Cosmología

 


Nuestro rango de realidad podría semejarse a un soplo de cenizas que se arremolinan dentro de una explosión trascendental sin límite ni final. Nosotros sólo experimentamos el Universo de la ceniza, pero no la explosión trascendental. Por tanto, nuestro big bang habría sido sólo el comienzo del apagado de un aleteo cósmico de cenizas que por un instante sin tiempo brilló casi tanto como el Fuego Siempreviviente Πῦρ Ἀείζωον que nos respira sin que conozcamos nuestra existencia ni destino.

Heráclito, 30 DK.


domingo, 28 de julio de 2024

Hijos de Abraham

 

 

Compadezcan a los hijos de Abraham,

como a Parménides, el de infinita prole hasta los días de hoy. No pudieron conocer, a pesar de su descomunal esfuerzo, que la inexistencia se hace sentir en la existencia.

Sentir es puente colgante entre todo esto y la Nada.

La Nada es nuestra propia invisibilidad, pero contemplada de revés.


sábado, 27 de julio de 2024

Artefacto

 

 

Hace años inventé un artefacto para escuchar señales del Universo Profundo. Lo he mantenido oculto. He tratado de no encenderlo; sus mensajes me perturban demasiado. Cuando logro escucharlos, creo entender algo, pero luego parecieran degradarse dentro de mí, y ya no entiendo nada. Anoche, después de años, me atreví nuevamente a activarlo. La duda de que todo sea un engaño de mi propia mente, o un insólito malentendido, o la maniobra de algún hábil manipulador, paradójicamente me acaba redirigiendo hasta él. Hoy no he podido dejar de pensar en el mensaje que recibí anoche:

“The official language of Hell is English.”


jueves, 25 de julio de 2024

Subsumidos

 

 

 

Existimos subsumidos sobre-debajo de 100025 estratos de metauniversos de sueños astronómicos. Sólo los sabios saben que las mariposas de colores saben soñar en colores. Contemplar el tiempo como una puesta de sol de tiempo sin ser tiempo que manipula números negros y blancos. Tocar el espacio impenetrable de mi cerebro científico, diamantino e infinito, un beso en todas las bocas que se marchita lento y suave. ¡Qué privilegio hozar y gruñir cada vida entre las carnes de la madre! Oficiar una misa entre aguas jubilosas de una cascada láctea. Todo está lleno de dioses. Todo está lleno de demonios. Tienes que ir a trabajar, despierta. ¿La consciencia trata de detener todo esto? No puedes dejar de colgarte de la teta de tu banco, no puedes evitar creer en el saldo de tu cuenta mensual. Y tú te ríes tontamente de quienes creen inquebrantablemente que Moisés abrió las profundidades del Mar Rojo. En la esquina un loco predica el final del mundo, pero el mundo predica el final de un loco. ¡Corre, mira tu reloj, otra vez lo hiciste, siempre acabas llegando un poco tarde!


sábado, 6 de julio de 2024

Tú o Yo

 

 

Tú, mi Señor y mi Dios,

creas el sufrimiento diario de los seres humanos

porque el sufrimiento es un bien

al que nos has obligado.

Pero si yo fuese Dios

y en cambio tú fueses humano

jamás te haría sufrir.

¿Quién sería entonces mejor Dios,

Tú o Yo?


miércoles, 26 de junio de 2024

Ahora sólo al final

 

 

 

Ahora sólo al final de mi vida ésta

he venido a descubrir, por tanto, he sido enseñado

y otra vez engañado

que ninguna verdad de esas grandes,

las ganadas con el verdadero sudor de la frente cotidiano

las que de verdad no son de este mundo

pero que juguetean coquetamente con este mundo,

no se dicen, no se revelan, se silencian

a cualquier costo

como Jesús, Heráclito y Buda

silenciaron, encubrieron, deformaron las suyas

para guardar el verdadero secreto

el mismo que ahora declaro y encubro coquetamente

porque yo soy tan nadie como cualquiera.

Nadie ni nada es el camino ni la verdad ni la vida.


miércoles, 5 de junio de 2024

Paz revelada

 

 

Lo que me permite vivir dormir morir en paz

es la revelación de que si los seres humanos

destruyen a la Humanidad y a este planeta

no son los desquiciados humanos quienes lo causan

sino un orden o un desorden superior.


miércoles, 29 de mayo de 2024

Adán y Eva usaban anteojos

 


 

Envalentonados y miopes mortales

escuchen el evangelio del Dios verdadero:

“ Desde el principio el Verbo se hizo araña

y habitó entre las arañas,

y las amó con carne de arañas

y sangre de arañas

(todas ellas lo saben)

no las abandonó

hasta la muerte;

se hizo flores

colores

amores

y habitó entre las flores

hasta la muerte;

se hizo aire

puro impuro

azul y negro

y habitó todo día

humano inhumano

hasta la muerte.”

Con esto ya tienen tarea

suficiente

para dos mil años más

y hasta la muerte.