Al
viejo muelle de alerce
se
le han quebrado sus dos primeras pilastras
y
se arrodilla con dificultad ante la superficie del lago.
Las
olas van y vienen dando empujoncitos al muelle,
sus
piernas de palo tiemblan cansadas y húmedas.
El
agua se va y regresa, el muelle resiste;
el
agua se va y regresa, el muelle resiste;
el
agua se va y regresa, el muelle resiste…
A
veces se acerca el viento con olor a lluvia
y
el muelle pareciera quejarse sin querer.
Una
garza blanca planea con elegancia alrededor del cuerpo debilitado
desconociendo
quizás que al posarse majestuosamente
y
contemplar como una reina silenciosa el lago
su
trono se quebrará finalmente por dentro
y
se hundirá hasta el fondo del agua.