Huele a miel tu pelo de galaxias
girando alrededor de mis dedos
las arenas del desierto imitan
la suavidad de tus pechos,
me curvo como un cielo en la ondulancia de tu piel
mientras nuestros besos se adueñan del pestañear de las horas.
Desde tus alturas vírgenes me dejo caer sin alas
cierto de que mi carne reventará como espuma y ola dentro de tu carne
que en la incandescencia de tu vientre me desgranarás en cenizas
que quizás mañana o pasado no volverás a engendrarme.
Desde tus alturas vírgenes reconozco mi mundo lacerado:
lloro para mojarte
luego sonrío
y río
para que tu tierra vital
se vuelque en cántaro
de perfumados colores.