jueves, 20 de julio de 2023

Tarde o temprano

 

 

 

Me despertaré una mañana

y ya no estaré vivo.

Una importante editorial

habrá publicado todas mis obras.

La cadena de noticias más grande del mundo se preguntará:

“¿Cómo pudimos dejar pasar sin reconocerlo en vida

al mejor escritor de la época contemporánea?”

Pero en otra realidad paralela

nada de esto habrá ocurrido.

 

 

martes, 11 de julio de 2023

La Cima (cap. 4 de Historias de un Individuo Imposible)

 

 

 

 

Es una alta hora de la noche. Desde hace rato me conmueven unos extraños sentimientos. Estoy de pie, tiritando en esta cima, aunque no siento frío. Las palmas de mis manos están tibias una contra otra, perpendicularmente contra mi boca. Nunca había visto tantas estrellas sobre mí. Nunca había visto tan inquietantemente negro el cielo sobre mí. Pero ahora mi vista se mueve pendularmente por abajo, tan abajo y lejos, que diviso las luces titilantes, amarillentas, de todas las ciudades, de todos los países, de todas las regiones, de todos los continentes de este mundo, alrededor de mí. Es una visión tan extraña, tan distinta de lo que allá abajo cualquiera experimenta y percibe de sí, como cuando se escudriñan entre sí dos universos paralelos. Si lo pienso, es imposible, pero yo lo estoy viendo. Eso cuenta. Mientras mi visión deambula por las diferentes geografías y relieves luminosos, expresivamente humanos, entre inmensas masas y paños de oscuridad oceánica y terrena, según me encuentre con cada punto de luz, con cada racimo de luces y resplandores, un sentimiento propio, diferente y nuevo me conmueve. ¡Qué solo me encuentro, y qué difícil ha sido llegar hasta aquí!... Entonces, se me aparecen pensamientos, como si se desgranasen desde todas las rosas de los vientos por el impacto de esta visión.

¿Qué se le debe decir, qué se le debe enseñar, qué cosa nueva, todavía no dicha, trascendental, se le debe revelar a la Humanidad[1] actual y futura? ¿Yo mismo soy portador de alguna obligación personal para con la Humanidad?... ¿Hay alguna cima tan alta, aunque no sea la más alta posible, desde donde se puedan contemplar conjunta y verdaderamente todas las cimas construidas y los valles más siniestros de esta Humanidad? Porque una de las más graves deficiencias de esta especie humana es la incapacidad colectiva e individual de contemplarse a sí misma y a su entorno de realidad, con decidida lucidez, por encima, abarcándolo todo, sin identificarse con nada particular, como si se estuviese armónicamente adentro y afuera al mismo tiempo, “más allá del bien y del mal”, pero también conviviendo con el bien y el mal. Porque una todavía más grave deficiencia de esta especie humana es su propia naturaleza y su pandemia colectiva e individual, material, biológica, sicológica, cognitiva, espiritual, moral, total,  de persuadirse a sí mismos y a los demás de que ya se ha alcanzado, al menos, el reconocimiento del verdadero camino (progresivo) hacia la precisa cima máxima y suprema de TODO, sin excepción, por una especie de continua autorrevelación científica, o, en la vertiente religiosa, sin que haya nada por encima de su “verdad”, hacia Dios, puesto que hasta Dios se supone que no puede revelar nada nuevo que contradiga y refute violentamente la “verdad” que ya reveló a sus “elegidos”, y a la Humanidad. Para esta Humanidad es todo sencillo, desbordante de recursos, como un simplemente dejarse llevar por la corriente de los avances del quehacer colectivo, o un dejarse envolver, amortajar, por este cómodo y excitante estado de cosas.

No vislumbro, y hasta donde alcanzo a colegir hoy, no sé, que haya alguna forma, alguna facultad humana, alguna posibilidad humana de alcanzar, o siquiera de ir avanzando, hacia una cima de TODO, en ningún sentido.[2]¿Qué es, entonces, el estar yo aquí?...

Yo no puedo asegurar que esto mío no sea una ilusión más de la delirancia omnímoda humana, y de la ilusión no menos delirante que nos impone el entorno físico universal. Pero estoy aquí con seguridad en la cima de todos los delirios humanos, conteniéndolos a todos juntos, aceptándolos a todos juntos, con un amor paciente, pero, honestamente, sin saber qué hacer… ¡No!... ¡No!... ¡Sí reconozco que estoy delirando!... Es necesario que yo llegue a ser borrado, olvidado, desechado, superado, como le es connatural a toda forma encarnada, succionada absolutamente dentro del torbellino conciencia, tiempo y espacio, incluso a la forma de un Dios, incluso a la forma real de este Universo. El hecho de que yo esté de pie en esta cumbre no es prueba de ningún sentido, de ningún valor, de ninguna certeza, de nada. Sin duda, ésta es una cumbre suprema mirando hacia abajo, pero al mismo tiempo es el momento crucial en que el ahogado todavía alcanza a sacar por un instante su boca a la superficie, e inspira su último sorbo de aire y agua. Pienso ahora mismo tan grande, tan colosalmente humano, como para aspirar a una verdad, aunque sólo sea la más insignificante y humilde, en tanto pienso tan erráticamente como cualquier desquiciado demente. ¡Yo existo!... Esta es la prueba del loco de que aún existo inevitablemente. Pero, aun así, ¿y si ya estoy muerto, y sólo soy un texto que habla cuando soy leído?... Todo es tanto más de cuanto se nos aparece. ¡Qué corta de luces es la conciencia humana! ¿Se puede ir más lejos en mis pretensiones de enseñar cualquier cosa relevante a esta Humanidad, si no soy representativo de nadie, por más que pueda ponerme suficientemente bien en los zapatos de cada individuo real, si nadie puede siquiera inferir qué me pasa para que me haya transformado en un perro solitario, extemporáneo, escéptico, descalzo?... Debo tratar de convencerme de cualquier cosa u opción, pero pensando, y, sobre todo, girando, girando, como un proceso local más propio de este punto apical. ¿Podría enseñarles algo que no margine a nadie, algo para todos, sin que nadie se reconozca ajeno y extraño?... ¿A cuántos de los 8 mil millones de humanos podría tocarlos?... La Humanidad no depende, en ningún sentido, de un solo individuo, ni de un montón de individuos, ni siquiera de un solo Dios. Busquen dentro de la Historia. ¡Nadie!... Estamos donde estamos y como estamos sin que ningún ser humano nos haya enseñado nada particular para ponernos aquí. Más parece depender de un destino, de un designio constrictor, omnipotente respecto de nosotros, de un Algo desnudo, pero todavía secreto… que de algún conocimiento o enseñanza, revelada o revelable. El acontecer es la verdadera revelación y la verdadera enseñanza para nuestra Humanidad, la cual no por caminar en dos patas, y no cuatro o más, se diferencia sustantivamente de cualquier artrópodo. Aunque el acontecer y el suceder sean otra gigantesca ilusión, nos contiene, como el Universo inabarcable contiene nuestro mundo azul, flotando. ¿Y cuánto más hace con nosotros?... ¡Quién sabe! Es al acontecer hacia quien nosotros debemos abrirle un nuevo camino interior, todas nuestras capacidades disponibles, nuestras fantasías transformativas más delirantes, nuestro infantil discipulado, cima sobre cima, desde la presente visible, hacia la siguiente invisible e inexistente. También nosotros podemos llegar a ser más y más acontecimiento y suceso. Yo he alcanzado aquí la cima de la materialización simbólica. Aquí los símbolos humanos más altos, más conmovedores de la creación humana ocurren, se encarnan en cosas, juegan a voluntad con las leyes de la naturaleza, sueñan y ocurren, piensan y saben, levitan, se desdoblan, se unifican, hacen milagros, aprenden de otra manera. Aquí las cosas materiales, los fenómenos, un amanecer contemplado con luna nueva, el vaso que se resbala de las manos y se quiebra, la ciencia de los números, una mariposa que se posa en el dorso de tu mano, se transforman ante todo en símbolos, en metáforas vibrantes, en pura sincronía desbordante de universos paralelos, que necesitan hablar y ocurrir de una forma nueva, superior. Aquí acontece transfiguración. Pero mensaje, enseñanza, no hay, ni para mí, ni para ustedes. Lo que realmente la Humanidad debe saber, debe aprender, solamente debe vivirlo. Yo tampoco necesito anticipar futuro, aunque en alguna medida eso ya lo sé, porque desde aquí veo más, algo más.



[1] Entiéndase como quiera Humanidad, ya sea como una especie natural, un concepto antropológico, religioso, filosófico, una constatación histórica, una acumulación fáctica de individuos que se reconocen entre sí más parecidos respecto de cualquier otro ser vivo en este mundo, etc.

[2] En publicaciones anteriores he justificado y explicado por qué sostengo esta visión.