viernes, 17 de junio de 2011

UNA LECCIÓN DE MAESTRÍA


Sonó el timbre. Cuando salió el último alumno de la sala, Julia se desplomó sobre la silla y se tomó con ambas manos la cabeza. Apenas podía respirar. “¡No más… no más!” La angustia de estos últimos años se enrolló alrededor de su corazón en una boa. “Esto se acabó. Renuncio. Me voy. Me voy ahora mismo.” Había esperado durante las dos últimas horas-- porque alguien se lo había anunciado-- que el Rector fuese a observar su clase. Gritó y gritó durante todo ese tiempo para tratar de controlar la natural inquietud de sus treintaisiete jóvenes, quienes al entrar  a la sala siempre parecían liberarse de alguna misteriosa tiranía del respeto y experimentar allí una absoluta catarsis. Él no llegó. Julia salió decidida hacia la oficina del Rector, pero se lo encontró en el pasillo. “Usted, señorita Julia, está más bonita últimamente”. La profesora sonrió, levantó sus hombros y el pecho, y continuó caminando hacia su próxima clase.

1 comentario:

  1. Ammm si éste relato te lo comenté ayer en el espacio de Pat...está genial. Me hizo recordar mis años de Docente en la enseñanza superior y que nunca ningún Rector se dignó hacerme tal comentario.
    Nunca viene mal unas palabras de aliento.
    Uffffffff

    Escribes genial.

    Un abrazo

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