miércoles, 27 de marzo de 2024

YO SOY YO

 

 

Yo soy yo, pero no soy yo, sino algo desconocido para mí y para cualquiera, que se proyecta o materializa o realiza, u otra cosa, en el fenómeno de mí mismo que yo experimento completamente como yo. ¿Qué soy más, yo o (eso) no yo, si en tanto yo, no soy yo, y en tanto no soy yo, soy lo que soy?... ¿Es real esto que experimento, y que pienso de mí mismo, y por experimentarlo y pensarlo puede siquiera en alguna medida ser verdadero?... Si yo no puedo dejar de experimentar lo real como irreal, y lo irreal como real, no me está permitido diferenciar lo real de lo irreal verdaderamente. ¿Hay alguna diferencia entre yo y no yo, primero que sea verdaderamente real, y luego que yo pueda experimentar y conocer? Ni siquiera puedo asegurar que existe la Verdad más allá de mí mismo. Aunque la haya más allá de mi pobre percepción, no puedo en absoluto reconocerla, sólo puedo crear ficciones (comprobables) de que la reconozco, y engañarme a mí mismo y a los demás de ello. Esto es una completa aporía, el sueño de nunca acabar. No puedo avanzar ni un milímetro más allá de ella, no puedo avanzar ni un milímetro existencial para responderla. ¿Puedo hacer algo, algo mínimo e insustancial que sea, pero que sea algo más, algo otro, aunque sólo sea realmente otro dentro de lo mismo, que se hunda más profundamente en su piel, que esta pobre e inerme conciencia que estoy teniendo acerca de esto mismo?... El problema irresoluble del punto de apoyo absoluto de Arquímedes para mover el Universo es que, aunque exista ese punto en algún lugar o forma, él no puede jamás alcanzarlo u obtenerlo; y aunque, por algún sorpresivo y original descubrimiento o invención, logre mover con su palanca el Universo, sólo puede hacer eso, pero nada más allá que eso, nada más que lo que puede hacer un humano con una palanca apoyada en un punto determinado con un Universo. O sea, lo mismo que hacía antes, pero de distinta manera, o más, o mejor. Para la mayoría, eso es suficiente. Para mí, no, aunque así me sienta como un perro sarnoso que se agita y convulsiona para tratar de sacarse la sarna de encima. Yo soy libre, en cuanto soy jugado, de jugar este juego en el que me encuentro; lo jugaré, aunque sea absurdo, hasta que ya no juegue más por la razón o causa que sea. El que sea absurdo e imposible, hoy por hoy, no es razón suficiente ni causa para no jugarlo. Disfruto este Juego, porque cada día descubro que estoy en un casillero distinto que ayer y que siempre, aunque yo no pueda ganar ni escapar de este juego. La gente en general no puede ni imaginarse de qué nivel profundo del Juego estoy hablando. Me motiva vivir esta vida absurda, porque no he perdido la sensación febril, infantil, la sensación solar interna, irresistible, de que mañana, o en el instante siguiente, puede aparecérseme una GRAN SORPRESA.


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