Las sincronías podrían exponer en penumbras la
interfaz sustantiva que existe entre ilusión mental e ilusión física. Yo soy
impermanencia. Sumedha corre a buscar agua al pozo. ¿Existe la luna cuando todavía
no la veo salir sobre esta montaña? Yo soy impermanencia. ¿Acaso yo puedo verme
a mí mismo? ¿Y la luna, cuando rosa mis manos, realmente qué hace?... Yo vengo
a sentarme aquí sobre este zafu de musgo a contemplar el samadhi del sendero
dorado que conduce hasta el pozo de piedra, el mismo camino, y uno, que conduce
de vuelta. Yo soy impermanencia. Quisiera huir de la ilusión. Quisiera huir del
dolor. Quisiera alguna forma de redención. Me aferro con ambas manos a las
sábanas grises, húmedas, de mi cama de hospital. El dolor de este cáncer
terminal me está matando. La sangre resbala y gotea desde mis labios mordidos, mancha
las sábanas. ¡Ah, cómo quisiera un poco de esa agua que Sumedha lleva ahora sonriendo
tan inocentemente en el cuenco! Yo soy impermanencia.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario