Yo viví la década del 1960. Nací un poco antes, es cierto, pero mis recuerdos vívidos alcanzan sin problema esa década. Yo era un niño, un niño sensible igual que ahora. Recuerdo bien el espíritu de la época que se me impregnó a través de la música que mis nanas escuchaban todo el día en mi casa. Yo era una especie de animalito suelto. Corría de aquí para allá, solo en mi casa. Mis padres siempre trabajaron, trabajaron y trabajaron para hacer nuestra vida mejor. Una vida con más oportunidades y enteramente sola. Unos años después llegó mi hermano menor, al que recuerdo como si se tratase de un muñeco a cuerda que giraba alrededor de mí y que me llenaba de alegría. Mi hermano mayor era un cuadro más de la casa, una figura muda, igual que ahora. Y así quedó la historia indeleble de los ’60 en mi recuerdo nostálgico y mágico de la música de los Beatles. Música que se inspiró de luz, de amor, de libertad, de esperanzas de una vida mejor que hasta ahora experimento tan lejana, tan imposible, tan pasada…
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