Si comenzáramos humanos
a estallar uno por uno
como pequeños átomos
y todos
liberando nuestra energía contenida hacia el cosmos
quizás los observatorios de los amos del universo
registrarían una intrigante actividad bioactiva
en este miserable sistema solar
digna de interés y cuidado.
Quizás un padre se compadeciera de un hijo
o un jardinero de sus rosas pisoteadas
quién sabe.
Si en las calles del mundo
y entre los cerros de metal
y junto al mar bramador
comenzásemos a morir uno por uno
que nuestra sangre tanta ahogue
de una vez
a los que nos niegan vivir.
Si todo siguiese muriendo
como está muriendo
que la Vida se haga cargo
de lo que ella quiso hacer
entre la vida y la muerte
entre la tierra y el hombre.
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