miércoles, 13 de noviembre de 2024

Silencio Mortal

 


SI TUVIERA QUE HABLAR DE TODO ESO

callaría

jueves, 17 de octubre de 2024

Yo amé a la Humanidad

 

 

Yo amé a la Humanidad,

Aunque los ricos nunca amaron a los pobres.

Yo amé a la Humanidad,

Aunque los poderosos aplastaron a los débiles.

Yo amé a la Humanidad,

Aunque nunca dejaron de mentir.

Yo amé a la Humanidad,

Aunque todo lo dividieron entre el bien y el mal.

Yo amé a la Humanidad

Como cada sol y cada luna

Siempre la amaron

Desde un amanecer hasta un ocaso.

Yo amé a la Humanidad,

Aunque todo fue un extraño sueño,

Yo amé a la Humanidad.

 


miércoles, 16 de octubre de 2024

No llorar

 

No hay nadie que logre no llorar

cuando recuerda el pasado,

no porque los recuerdos

al alejarse

se vuelven tristes,

sino porque simplemente

todo ha pasado.


jueves, 19 de septiembre de 2024

Advertencia de Pandemia

 

La Humanidad ha creado al fin el virus más mortal de todo el Universo

su virus ha sido identificado como MATA O MUERE.

sábado, 14 de septiembre de 2024

Y ya no Importa Nada

 

 

 

Y ya no importa nada

Si me tomaste de la mano o la escupiste

Si murmuraste mi nombre o te escondiste

Si alguna vez te acurrucaste de noche

Como un gusanito retorcido a mi costado

Si tuviste hijos conmigo

Si a la noche siguiente ya no estabas a mi lado

Si el Universo creció y creció

Como un corazón inflado

Si ya no crees

Que dos más dos son cuatro

Si puedes leer estas letras

Sabrás

Humanidad

Que ya no importa nada.


sábado, 31 de agosto de 2024

Pueblos Pobres de la Tierra

 

 

Pueblos pobres de la Tierra

manipulados engañados estupidizados:

ganado delirando que pasta en verdes y jugosas praderas †eternas†

mientras los carniceros hechiceros del poder

afilan sus cuchillos de fuego

amontonándolos

esclava y suavemente

dentro del matadero.


miércoles, 21 de agosto de 2024

Existencia Humana (Capítulo 5 de Historias de un Individuo Imposible)

 

 

 

La visión más palmaria de nuestra condición existencial en este plano de realidad no se nos devela tanto en nuestro estado y progresión después de nacer en nuestra forma de moluscos dentro de su concha, como sí lo desnuda descarnadamente la muerte. Desde siempre que he puesto atención en la muerte tal como se manifiesta en el acaecer de mi entorno natural, en la manera como la muerte mata y rompe tan peculiar y totalmente a cada individuo, nunca he dejado de experimentar algo tan propio y exclusivo de la muerte - no lo he podido explicar -, que me instala siempre en un umbral-frontera ominoso, en una especie de intuición integral de sospecha y desconfianza, como si una corriente vibrante y alienígena me facilitase presentir con una sorpresiva modalidad de certeza que todo lo que se me aparece en existencia, todo lo que yo soy, todo lo que es como es, es sólo un efecto distorsionado y difuso, este Universo, de lo que no se me aparece, de lo que no soy, de lo que  no es como es. Durante gran parte de mi vida he tratado de reconocerme a mí mismo en los demás, de aprender discipularmente de otros humanos todo, humildemente y sin dudar de que había tanto saber disponible para mí, de que el Universo entero era un libro abierto para mí y para la humanidad, incluso de creer y presentir que había un poder divino, un designio superior, supremo, total, que lo hacía necesidad, realización y destino. Pero al final, como yo mismo me reconocía humano y lograba, en un acopio casi culpable de grandeza personal, reconocerme igual o semejante a los más inspiradores y señeros maestros de humanidad, de vida, de superación transformativa, de verdad, de Dios, y de cualquier realización máxima que un humano pudiese concebir, ponía atención repentinamente en su muerte, y entonces hasta Jesús, el Hijo de Dios, acababa apaleado y torturado por judíos y romanos, desgarrado vilmente en una cruz, como un cualquiera, es decir también como yo, sin nada, borrado como hijo de Dios, borrado como maestro de verdades, borrado como humano por la muerte, completa y terriblemente desmentido. Y lo que es aún peor, cargando él y yo una nueva tortura, todavía más absurda e incompatible con mi humanidad y la suya, la única del único, de haber resucitado. Porque, aunque no hubiese resucitado, o, aunque hubiese resucitado, yo sabía por vibración trascendental que eso mismo era mucho más incomprensible y desconocido, más incompatible con cualquier forma de existencia conocida y posible; es decir, más falso que todo lo verdadero, más separador y destructor de toda forma de vida, de conocimiento y de existencia, incluso que la muerte; más mortal que toda muerte y resurrección conocidas. Que las dos vías posibles o ciertas desembocaban estrechándose en un único y mismo despeñadero abisal. Y también el más sabio de entre los hombres, el más inteligente y lúcido, Nietzsche, acabar babeando espuma tirado en una calle de Turín, demente, embrutecido durante años de senectud como el peor humano, hasta morir deshecho así. Y Buda, el gran liberado en vida, el hombre inquebrantable y sabio en la verdad suprema, espejo de máxima paz concebible, acabando viejo y achacoso, desmentido en todo, morir como un cualquiera entre dolores y excrementos de disentería.

Claro que entonces yo podía creer en cualquier cosa después de la muerte. Podía tener fe, o agregarle cualquier argumento de fuerza mayor para salvarnos, para salvarme de la muerte alienígena, de esta muerte que siempre lanza una carcajada incomprensible justo al final, al caer el telón. Incluso la tuve intensamente, me solacé en certezas apacibles de continuidad, pero la muerte seguía vibrando en el aire como un cruel latigazo siempre más, todavía más incorruptible y mejor que cualquier evidencia. Y mientras más me desdoblaba de mis propios desdoblamientos, en esta autosuperación recursiva de molusco fuera de sus nuevas conchas, más la muerte destruía ubicua más la vida menos. Y ya no era la muerte, sino otra cosa mucho más inmensamente más que la muerte y que su vida. Y si quedaba algo de la vida, esta vida insistente que vive mientras vivimos, ahora vibraba que sólo le pertenece a la muerte.

Yo sé que esto no le ocurre casi a nadie, y el no experimentarlo lo vuelve fatalmente incomunicable, lo hace incomprensible, lo hace indiferente, lo hace ridículo, lo hace inexistente. Yo mismo lo he logrado sólo después de inmensas transformaciones tectónicas de mi mente, después de prácticas y prácticas centenarias de desdoblamiento, de separarme de mí mismo; de separarme no de mi cuerpo, sino de mi mente; de separarme luego no de mi mente, sino de mi yo; de separarme luego no de mi yo, sino de mi esencia humana… No estoy dejando una huella para que nadie me siga. Nadie puede seguir a nadie por estos lados. Tal vez el camino del Tao posee una inclinación propia. No hay nada que conocer.

lunes, 12 de agosto de 2024

El Tiempo, el Tiempo, el Tiempo...

 

 

 

Esta mañana, bien temprano, al levantar las persianas de mis ventanas, me encontré afuera, en el patio, que el Tiempo estaba jugando sentado en el suelo, solo, a los dados. Lo comprendí de inmediato porque parecía un niño, desgreñado y tonto. Entre él y yo existía una relación singular, como si nuestras mentes se comunicasen sin palabras. Aun así, no tuve miedo. Era - cómo decirlo - algo tan inmenso, tan inconmensurablemente más que yo, pero al mismo tiempo estaba allí, delante de mí, como un cuadro humano tan común, desvencijado y miserable. Me di la vuelta, distinguí la hora en el reloj de la pared: 6:47 AM. Entonces se me ocurrió una idea peregrina. Habíamos seguido el camino equivocado, todas las vías humanas desembocaban justo allí afuera, en mi patio. Al comienzo de los tiempos nos habíamos tocado las piernas y pensamos “caminante no hay camino, se hace camino al andar”, y ya, primero gateamos, luego nos incorporamos; orgullosos de tal proeza, echamos a andar simplemente porque ahora teníamos dos piernas, pero nunca y siempre caminábamos lo mismo hasta acabar uno y todos allí mismo, sentados en el niño extraño afuera de mi patio, jugando a los dados. Todo era tiempo pasado, presente y futuro, eso y nada más. ¿Para qué más, si sólo teníamos que recorrer el mismo camino, una y otra vez, de lo más natural, desde el principio de los tiempos hasta mi patio? Por primera vez me di cuenta de que yo no estaba sentado en mi patio, sino que miraba mi patio desde mi ventana, y yo no estaba allí. Pero tal vez sólo era la ilusión de mi propio reflejo que yo proyectaba sentado allí afuera, mirando hacia la ventana. Aun así, eso bastó para que el niño levantase la vista hacia mí y, riendo con lágrimas que caían de sus ojos, me susurrase para que nadie más nos escuchase:

No fue la mejor elección haber tomado el sol, la luna y las estrellas como unidad de tiempo. Malas elecciones el segundo, la hora, el día, y hasta la eternidad. Debiste haberles poetizado mucho antes que su única unidad de tiempo debería siempre haber sido la experiencia expansiva y fugitiva del instante dentro del cual aparece simplemente todo aquello que cada uno, y todos juntos, es capaz de contener allí, sin importar demasiado de dónde, adónde, cuánto, cuándo, ni qué sea.

Volví a dejar caer de prisa la persiana, y no he dejado de tiritar hasta este instante.


sábado, 3 de agosto de 2024

Apocalipsis

 

 


Apocalipsis

Kaliyuga

Dies Irae

Zand-i Wahman yasn,

¡Qué privilegio el nuestro

vivirlo al fin

toda la Humanidad

en primera persona!


martes, 30 de julio de 2024

Cosmología

 


Nuestro rango de realidad podría semejarse a un soplo de cenizas que se arremolinan dentro de una explosión trascendental sin límite ni final. Nosotros sólo experimentamos el Universo de la ceniza, pero no la explosión trascendental. Por tanto, nuestro big bang habría sido sólo el comienzo del apagado de un aleteo cósmico de cenizas que por un instante sin tiempo brilló casi tanto como el Fuego Siempreviviente Πῦρ Ἀείζωον que nos respira sin que conozcamos nuestra existencia ni destino.

Heráclito, 30 DK.


domingo, 28 de julio de 2024

Hijos de Abraham

 

 

Compadezcan a los hijos de Abraham,

como a Parménides, el de infinita prole hasta los días de hoy. No pudieron conocer, a pesar de su descomunal esfuerzo, que la inexistencia se hace sentir en la existencia.

Sentir es puente colgante entre todo esto y la Nada.

La Nada es nuestra propia invisibilidad, pero contemplada de revés.


sábado, 27 de julio de 2024

Artefacto

 

 

Hace años inventé un artefacto para escuchar señales del Universo Profundo. Lo he mantenido oculto. He tratado de no encenderlo; sus mensajes me perturban demasiado. Cuando logro escucharlos, creo entender algo, pero luego parecieran degradarse dentro de mí, y ya no entiendo nada. Anoche, después de años, me atreví nuevamente a activarlo. La duda de que todo sea un engaño de mi propia mente, o un insólito malentendido, o la maniobra de algún hábil manipulador, paradójicamente me acaba redirigiendo hasta él. Hoy no he podido dejar de pensar en el mensaje que recibí anoche:

“The official language of Hell is English.”


jueves, 25 de julio de 2024

Subsumidos

 

 

 

Existimos subsumidos sobre-debajo de 100025 estratos de metauniversos de sueños astronómicos. Sólo los sabios saben que las mariposas de colores saben soñar en colores. Contemplar el tiempo como una puesta de sol de tiempo sin ser tiempo que manipula números negros y blancos. Tocar el espacio impenetrable de mi cerebro científico, diamantino e infinito, un beso en todas las bocas que se marchita lento y suave. ¡Qué privilegio hozar y gruñir cada vida entre las carnes de la madre! Oficiar una misa entre aguas jubilosas de una cascada láctea. Todo está lleno de dioses. Todo está lleno de demonios. Tienes que ir a trabajar, despierta. ¿La consciencia trata de detener todo esto? No puedes dejar de colgarte de la teta de tu banco, no puedes evitar creer en el saldo de tu cuenta mensual. Y tú te ríes tontamente de quienes creen inquebrantablemente que Moisés abrió las profundidades del Mar Rojo. En la esquina un loco predica el final del mundo, pero el mundo predica el final de un loco. ¡Corre, mira tu reloj, otra vez lo hiciste, siempre acabas llegando un poco tarde!


sábado, 6 de julio de 2024

Tú o Yo

 

 

Tú, mi Señor y mi Dios,

creas el sufrimiento diario de los seres humanos

porque el sufrimiento es un bien

al que nos has obligado.

Pero si yo fuese Dios

y en cambio tú fueses humano

jamás te haría sufrir.

¿Quién sería entonces mejor Dios,

Tú o Yo?


miércoles, 26 de junio de 2024

Ahora sólo al final

 

 

 

Ahora sólo al final de mi vida ésta

he venido a descubrir, por tanto, he sido enseñado

y otra vez engañado

que ninguna verdad de esas grandes,

las ganadas con el verdadero sudor de la frente cotidiano

las que de verdad no son de este mundo

pero que juguetean coquetamente con este mundo,

no se dicen, no se revelan, se silencian

a cualquier costo

como Jesús, Heráclito y Buda

silenciaron, encubrieron, deformaron las suyas

para guardar el verdadero secreto

el mismo que ahora declaro y encubro coquetamente

porque yo soy tan nadie como cualquiera.

Nadie ni nada es el camino ni la verdad ni la vida.


miércoles, 5 de junio de 2024

Paz revelada

 

 

Lo que me permite vivir dormir morir en paz

es la revelación de que si los seres humanos

destruyen a la Humanidad y a este planeta

no son los desquiciados humanos quienes lo causan

sino un orden o un desorden superior.


miércoles, 29 de mayo de 2024

Adán y Eva usaban anteojos

 


 

Envalentonados y miopes mortales

escuchen el evangelio del Dios verdadero:

“ Desde el principio el Verbo se hizo araña

y habitó entre las arañas,

y las amó con carne de arañas

y sangre de arañas

(todas ellas lo saben)

no las abandonó

hasta la muerte;

se hizo flores

colores

amores

y habitó entre las flores

hasta la muerte;

se hizo aire

puro impuro

azul y negro

y habitó todo día

humano inhumano

hasta la muerte.”

Con esto ya tienen tarea

suficiente

para dos mil años más

y hasta la muerte.


viernes, 5 de abril de 2024

Los enemigos

 



Los enemigos que deben ser destruidos

por cada país y todo país

por cada enemigo de su enemigo

han llegado a ser

no otro enemigo

no otros países

sino la Humanidad.


miércoles, 27 de marzo de 2024

YO SOY YO

 

 

Yo soy yo, pero no soy yo, sino algo desconocido para mí y para cualquiera, que se proyecta o materializa o realiza, u otra cosa, en el fenómeno de mí mismo que yo experimento completamente como yo. ¿Qué soy más, yo o (eso) no yo, si en tanto yo, no soy yo, y en tanto no soy yo, soy lo que soy?... ¿Es real esto que experimento, y que pienso de mí mismo, y por experimentarlo y pensarlo puede siquiera en alguna medida ser verdadero?... Si yo no puedo dejar de experimentar lo real como irreal, y lo irreal como real, no me está permitido diferenciar lo real de lo irreal verdaderamente. ¿Hay alguna diferencia entre yo y no yo, primero que sea verdaderamente real, y luego que yo pueda experimentar y conocer? Ni siquiera puedo asegurar que existe la Verdad más allá de mí mismo. Aunque la haya más allá de mi pobre percepción, no puedo en absoluto reconocerla, sólo puedo crear ficciones (comprobables) de que la reconozco, y engañarme a mí mismo y a los demás de ello. Esto es una completa aporía, el sueño de nunca acabar. No puedo avanzar ni un milímetro más allá de ella, no puedo avanzar ni un milímetro existencial para responderla. ¿Puedo hacer algo, algo mínimo e insustancial que sea, pero que sea algo más, algo otro, aunque sólo sea realmente otro dentro de lo mismo, que se hunda más profundamente en su piel, que esta pobre e inerme conciencia que estoy teniendo acerca de esto mismo?... El problema irresoluble del punto de apoyo absoluto de Arquímedes para mover el Universo es que, aunque exista ese punto en algún lugar o forma, él no puede jamás alcanzarlo u obtenerlo; y aunque, por algún sorpresivo y original descubrimiento o invención, logre mover con su palanca el Universo, sólo puede hacer eso, pero nada más allá que eso, nada más que lo que puede hacer un humano con una palanca apoyada en un punto determinado con un Universo. O sea, lo mismo que hacía antes, pero de distinta manera, o más, o mejor. Para la mayoría, eso es suficiente. Para mí, no, aunque así me sienta como un perro sarnoso que se agita y convulsiona para tratar de sacarse la sarna de encima. Yo soy libre, en cuanto soy jugado, de jugar este juego en el que me encuentro; lo jugaré, aunque sea absurdo, hasta que ya no juegue más por la razón o causa que sea. El que sea absurdo e imposible, hoy por hoy, no es razón suficiente ni causa para no jugarlo. Disfruto este Juego, porque cada día descubro que estoy en un casillero distinto que ayer y que siempre, aunque yo no pueda ganar ni escapar de este juego. La gente en general no puede ni imaginarse de qué nivel profundo del Juego estoy hablando. Me motiva vivir esta vida absurda, porque no he perdido la sensación febril, infantil, la sensación solar interna, irresistible, de que mañana, o en el instante siguiente, puede aparecérseme una GRAN SORPRESA.


martes, 20 de febrero de 2024

La Cima de la Montaña

 



La Cima de la Montaña es el lugar y punto más elevado de la Ilusión Humana, desde allí se puede contemplar, en una sola visión, todas las vertientes, todas las pendientes, todos los valles, todos los engaños de los sentidos, todos los engaños de la mente, todos los engaños de la Verdad, todos los inagotables multiformes engaños humanos, todos los engaños de este Universo inmenso, apegados y arraigados a las laderas de la Montaña de la Ilusión.

Sólo en la Cima de la Montaña se puede experimentar en su plenitud, en su máxima expresión, realización y posibilidad, el Amor, la Espiritualidad, la naturaleza de Dios, la Belleza maravillosa de este Universo, la condición más perfecta de uno mismo, la Unidad de Todo, la superación de todo Mal. Más abajo, en el mundo real, en el mundo cotidiano, en el mundo científico y material, sólo se realizan ocasionalmente, corruptamente, incompletamente, ingenuamente, frustradamente, cínicamente, ilusoriamente…

Sin embargo, esta Cima, punto máximo y supremo de experiencia, de existencia y posibilidad humanas, aunque es real - está aquí, sí -, donde casi ningún ser humano logra ascender, aun así, es igualmente una Ilusión, la mejor, la más deseable y satisfactoria de todas las ilusiones, el Reino de Dios, la Ilusión de la Cima de la Montaña, la Ilusión al final de la Montaña de los Bienaventurados. ¡Qué perfecto se siente estar aquí!...

La Ilusión siempre nos acaba engullendo dentro de su propia nuestra Ilusión.


miércoles, 31 de enero de 2024

Más y Mejor Realidad

 


 

Uno siempre trata de afirmarse en (llegar a) una realidad más fuerte, más verdadera, más correcta, superior, etc., que (mantenerse) en una que, en algún sentido, reconocemos como más débil, más imperfecta, más incompleta, más inadecuada, inferior, etc. Las Ciencias, por ejemplo, conciben su condición epistemológica, sus metodologías, la realidad física, etc., como una continua progresión desde un saber menor a uno mayor; desde una práctica menos eficaz y certera, a una mejor y superior; desde un conocimiento y develamiento de la realidad menos verdadero (incompleto), a uno más verdadero (más amplio). Los sistemas y concepciones espirituales y religiosos universales conciben la experiencia humana y la revelación (divina) como un continuo progresivo desde un menor saber, a uno mayor y más verdadero; desde una condición personal, existencial y espiritual que puede desarrollarse y transformarse progresivamente, certeramente, incluso hasta alcanzar un estado más próximo a la (suprema) divinidad. La vida cotidiana, la vida común de todos los seres humanos, en toda su multiplicidad y actividades, en todas sus formas y manifestaciones, está enteramente inmersa, enteramente condicionada, normada, constituida, etc., en una visión de cosas peores y otras mejores, a las que se debe aspirar; siempre el mañana es una oportunidad para que “todo sea mejor”, se vive la realidad como si ella avanzara naturalmente desde un menos a más, desde un pasado hacia un futuro. Si estoy enfermo y me duele el estómago (microilusión), quiero sanarme para que ya no me duela el estómago (microilusión), porque si estoy sano (microilusión), siento que la vida merece ser vivida (microilusión), etc. Siempre estamos tratando de progresar, de avanzar de una condición a otra.

Sin embargo, no integramos a nuestro sistema cognitivo, a nuestro paradigma sicológico y semántico inconciente de realidad, a nuestra experiencia del estado de realidad, el hecho (estado) de que, cuando intentamos y hasta logramos esto, sólo superamos un modo (estado) de realidad para incorporarnos a un nuevo modo (estado) enteramente ilusorio de realidad. Así pues, en cierto sentido microilusorio, superamos un estado de realidad – particular o general - al ingresar en un mejor estado de realidad (respecto de otro), pero en otro sentido macroilusorio, seguimos manteniendo la misma macrocondición de realidad ilusoria, una ilusión, en otra ilusión, en otra ilusión, en otra ilusión, etc., (aparentemente) sin progresión ninguna. Por ejemplo, estoy ciego, no puedo ver; me opero quirúrgicamente de los ojos y ahora puedo ver. Ver, en este caso, es una superación de la microilusión de no ver, aunque ver también es una representación microilusoria de la realidad física y una limitación (incapacidad) para percibir aquello (macroilusorio) que está más allá de mi rango perceptivo visual. Por ejemplo, también, siempre el ser humano ha concebido que aprender es pasar de un estado de ignorancia, o de menor saber, a un estado de mayor saber (conocimiento); sin embargo, todo aprendizaje reemplaza un tipo de saber o desconocimiento ilusorio, por otro saber sólo más eficiente en algún sentido relativo, que la ignorancia o el saber menor, aunque genera otras formas y contenidos ilusorios o determinantes (clausurados), que normalmente también se ignoran o se desconocen macroilusoriamente (inconciente o concientemente).  Por ejemplo, si estudio odontología, voy a saber más de la dentadura que antes, pero ya no estudiaré ingeniería, o egiptología, etc. Si aprendo a tocar guitarra, cada vez que toque guitarra no tocaré piano. Si aprendo física cuántica, creeré saber que la realidad es cuántica, y que ya nada desmentirá este saber. Si creo en (aprendo) la doctrina religiosa de Jesús, no podré aceptar que pueda volver a venir Jesús (de la forma que sea) y modificar completamente su doctrina de hace 2 mil años. Sin embargo, Jesús, en términos de realidad ilusoria, podría venir cuantas veces quiera, incluso ninguna más, y hacer y decir cada vez lo que sea y lo que quiera, sin estar condicionado en absoluto por su primera aparición (microilusoria) en la Tierra.

Pero, sobre todo, no podemos saber de ninguna manera si este mero paso de una microilusión a otra microilusión (¿ad infinitum?) representa, dentro de un metamarco de realidad inalcanzable experiencialmente para nosotros, alguna forma, o especie, o semejanza, de progresión, transformación, evolución, trascendencia, etc., hacia una No-ilusión (No-Macroilusión), o bien, sólo representa una especie de movimiento circular recursivo (¿ad infinitum?) e ilusorio. Somos como ratoncillos dentro de un laberinto; nuestro presente es una experiencia de camino adelante y de camino atrás, a veces abierto, a veces cerrado; cuando descubrimos un nuevo caminito (abierto-presente), nunca sabemos cuándo ni cómo alcanzaremos el centro del laberinto que buscamos, ni si adelante se cerrará por completo, ni si hay una salida, o un centro, o un afuera, o siquiera si esto es un laberinto.

Ante esto, ante tanta y absoluta ilusión y delirio humanos, ante la ilusión redoblada de la realidad física (externa), ¿debiéramos enloquecer, destruirnos, suicidarnos, o tomar cualquier otra decisión extrema, convulsiva y desesperada?... Además, ¿algo mínimo siquiera, cualquier cosa que podamos decidir, querer, realizar es nuestra decisión, es un acto que decidimos nosotros, desde un absoluto nosotros, como si el comienzo estuviese en algún punto exclusivo dentro de nosotros, la creación absoluta de esa particular decisión (¿libre?), y que incluso las opciones que nos planteamos antes de tomar esta decisión también puedan ser completamente nuestras? El primer espejismo ilusorio es creer que, porque decidimos hacer algo, y ese algo se realiza, o nosotros mismos lo realizamos (se cumple), ocurre precisamente porque nosotros lo decidimos, lo causamos y lo realizamos. Si yo decido mover el dedo meñique de mi mano izquierda, y el dedo se mueve, ¿siento y creo que no es mi cerebro, ni mis músculos y nervios, ni mi sistema óseo, ni mi sangre, ni mis células, ni mis diferentes tipos de energía, etc., quienes deciden “hacer su parte” para mover mi dedo, sino que es algo invisible y desconocido, que siento y denomino como mi “yo”, quien causa esa decisión de mover, y ejecutar de hecho, que mi dedo se mueva? ¿Y qué causa, o hace, que mi yo decida precisamente eso?... Nadie sabe qué ilusión se (nos) oculta tras todas estas ilusiones. Yo creo – en mi supuesto grado superior de microilusión - que TODO lo que nos acontece ocurre porque Lo que lo causa y lo provoca (enteramente desconocido e ilusivo para nosotros) simplemente pasa a través de (por) nosotros, a veces coincidiendo con lo que nosotros procesamos y decidimos (sentimos) como propio (yo decido, yo causo), en otras ocasiones, sin coincidir y sin quererlo, como cuando rezamos para que algo ocurra, y ocurre, o no ocurre; o como cuando lanzamos una moneda al aire, pedimos cara, y sale cara, o bien, sale sello; o como cuando estamos transitando por el puente que hemos atravesado cientos de veces antes, pero el puente esta vez colapsa y se derrumba.

Entonces, preguntémonos ahora y ante esto, ¿Qué quiero?... ¿Puedo querer, debo querer, darle sentido a algo?... Si no somos capaces de predecir, de anticipar, de adivinar lo que va a suceder (futuro, o lo que sea esto [ilusorio] que adviene en presente) ilusionemos que vamos a lograr lo que queremos; o que por algún “milagro” de la realidad, eso va a ocurrir precisamente como quiero o pretendo; o usemos esperanza, este lenitivo ilusorio que está a montones en nuestra naturaleza mental; o usemos todo este inmenso artefacto de saberes, conocimientos, técnicas, bienes, logros, facultades, etc., que le han dado tanta seguridad a la Humanidad actual para justificar cualquier engañito de realidad y de certeza… O también - como hago yo - podemos aceptar que las cosas acontezcan a veces como quiero y deseo, lo mismo que no acontezcan como quiero y deseo, incluso sufriendo porque no sea así, pero siempre, en uno y otro caso, aceptando (entregado al movimiento actual y posible de la realidad), por encima de todo, por dentro de todo, que TODO ES UNA ILUSIÓN. A mí al menos, este actual trance interno-externo me deja un resabio de algo como paz en la no-paz. De siempre estar como estoy, de siempre estar donde simplemente debo estar, de que acontece siempre lo que debe acontecer, aunque eso no sea lo que puede acontecer, de hacer-no-haciendo, de que estoy dentro de Algo (ilusorio) que me permite ser y hacer en la medida y forma que ese Algo es y hace conmigo, o no conmigo.


sábado, 13 de enero de 2024

ESTÁ BIEN QUE VAYAMOS TODOS A MORIR

 


 

 

Está bien que vayamos a morir todos (juntos). ¿Alguna vez ha dejado de morir alguien? Ni siquiera Jesús - según dicen - el resucitado[1], dejó de morir, y ¡vaya de qué manera!... Nuestra Historia humana está completada no por vivos, sino por muertos. Parece que la vida fuese un accidente temporal dentro de la muerte, o al menos de algo que no es la vida. Cuando digo “está bien” (morir), sólo trato de decir que las cosas ocurren en cierto nivel inalcanzable, inevitable, necesario, por lo cual intentar oponerse resulta vano, penoso, “nada bueno”. Es una cuestión intuitiva, empírica, espiritual, etc., que saber dejarse llevar por la existencia, por un Cierto Movimiento que SIEMPRE lo arrastra todo, aunque lo desconozcamos, “está bien”. Afirmar o creer que la muerte está mal no se ajusta a la realidad, porque, además, la realidad no posee una connotación ni un valor moral, ni tampoco un sentido racional, aunque a veces nos parezca que funciona precisamente así. La realidad – o Lo Que Sea - que produce todas las cosas que acontecen y existen, si las crea con algún designio o valor, estamos demasiado lejos (de la capacidad humana) de experimentarlo y conocerlo. Nosotros sólo experimentamos muy sumergidos dentro de un juego de ilusiones, ilusiones, cosas reales, que se perciben como ilusiones sólo cuando, por alguna paradójica capacidad, uno se separa un poco de la ilusión particular, de un cierto estado individualizado de ilusión, como un apéndice momentáneo se separa (sin separarse del todo) de su unidad primaria y así alcanza a experimentar una fugaz sensación de que puede percibir la unidad como otra cosa diferente de sí misma, y diferente a como la experimenta en sí misma. Parece como si ese Algo que lo empuja todo nos tomase la cabeza y la hundiese a la fuerza bajo el agua, para que allí nos ahoguemos en un ensueño de ilusión y apariencia real y natural. Sólo por un instante a algunos nos permite sacar la cabeza apenas un poco por encima de la superficie para intuir entonces que nos estamos ahogando, y no simplemente, como creemos todo el tiempo, que estamos viviendo en un todo-agua.

Quizás lo que más nos duele, al sacar por un instante la cabeza del agua, no es el hecho de reconocer que vamos a morir, o a morir todos juntos, el apego instintivo a la ilusión de la vida, o el temor de la experiencia de la muerte, sino que vamos a matarnos unos a otros, que vamos a destruir este planeta, junto con todo su valor – aunque sea ilusorio -, pero no por necesidad, no simplemente porque hay un Destino, no porque una corriente de la existencia nos lo impone así. ¿O sólo tenemos una vez más la falsa ilusión de que está en nuestras manos, en nuestra capacidad, en nuestra libertad evitar la mutua destrucción (debajo del agua)?... Y, en consecuencia, ¿“está bien” que nos masacremos y apocalípticamente lo aniquilemos todo? En mi más actual visión, creo que ni somos libres, ni no libres; el remolino de nuestra experiencia de realidad gira demasiado rápido para diferenciar si hay profundamente algo bueno o algo malo, lo libre de lo impuesto, y así sucesivamente todo con todo. ¿Si yo no quiero morir, ni matar a nadie, ni destruir este planeta, pero soy incapaz de impedirlo, igualmente poseo la misma voluntad colectiva, el mismo propósito (superior al individuo particular) que nos hará, llevándolo todos juntos al mismo y único fin, a acabar todos juntos en la misma destrucción?[2]... ¡Seguramente sí!, pero también debe haber algo más que eso, Algo que se nos escapa por completo, y que cambiaría también por completo nuestros inútiles intentos de (ilusoria) comprensión.

Yo creo y observo que cada vez, cada día que pasa, hay más personas en el Mundo que piensan que, con seguridad, o muy probablemente, en un futuro próximo nos vamos a destruir por medio de un gran holocausto bélico y sus consecuencias, o también por otras catástrofes sincrónicas. Sin embargo, a diferencia del pánico colectivo que causaba esta idea (fin de Mundo) en las diferentes épocas anteriores, curiosamente hoy la gente en masa, salvo uno que otro desesperado (para sus adentros), lo observa, lo piensa, lo espera incluso - ¿cómo decirlo? – con naturalidad, tal vez con resignada y apacible aceptación. No me cabe duda de que estamos suficientemente dotados con un set natural de ilusiones para vivir y morir adecuadamente, también el Apocalipsis (¿la ilusión final?). Muchos, quizás la mayoría, hacen uso de su capacidad natural y abundante para ignorar, desentenderse, confiar, ser positivo, trivializar, mentir, tener fe, negar, no creer, desinformar, explicar, manipular, racionalizar, enfermar, “simplemente vivir”, etc., y de esta manera desactivan, anulan, ILUSORIAMENTE, la realidad del evento en aproximación (no presente) muerte, Apocalipsis-Todos-Juntos. Un ejemplo interesante y representativo del paradigma actual, que vengo describiendo, lo podemos ver en la popular película No miren arriba[3], aunque en ella no se trate de una guerra nuclear, sino de la caída de un gran cometa. O sea, no estoy revelando nada original, nada que no esté en el espíritu mismo de nuestro tiempo. Basta enterarse, incluso sólo un poco, por los medios de comunicación al alcance de cualquiera.

Frente a esto, yo no recomiendo nada en particular, nada en general. Sólo soy un vidente momentáneo y una víctima-victimario más. Cada uno debe descubrir por sí solo cómo prepararse y acercarse a la experiencia de su muerte y de la muerte de los demás, porque, aunque no haya una conflagración mundial y total, la experiencia de la muerte está cerca, es inevitable para cada uno, uno por uno.



[1] Incluso si hubiese resucitado, Jesús dejaría de ser un referente humano (un ser humano), porque no habría seguido existiendo en nuestro sistema natural humano, donde es necesario morir (del todo) aquí.

[2] Incluso aunque me suicide, sigo con mi suicidio llevando todo al mismo fin. Es decir, si me suicido, y así no lo impido, entonces también así, por el acto y hecho de suicidarme, lo acompaño (dentro de la misma corriente total) hacia el mismo final.

[3] En inglés, Don’t Look Up (2021).



martes, 9 de enero de 2024

Nadie vio lo que yo vi

 


  

Nadie vio lo que yo vi. Nadie recuerda lo que yo recuerdo. Una pandereta de ladrillo, encalada, día tras día observada únicamente por mi mirada de niño, atentamente, curiosamente, desaprensivamente, como una cita de enamorados por primera vez, a solas. Relieves deformes de una espátula que imprimió golpes de mezcla según los dictados del momento del corazón de un albañil. Los observaba, como se siente en un Nocturno de Chopin los rastros de un instante sobre las teclas de su piano polaco, porque cada encuentro entre mi vista y cada sinuosidad dejaba en mí una emoción particular y única, ahora tan nostálgica, tan lejana, como sólo el pasado bien escondido puede serlo. Trazos de pintura resquebrajada en figuras de un artista desconocido, pedazos de ladrillo rojo a la vista, descascarados y roídos por humedades persistentes, por quién sabe qué designios de la existencia. Lagartijas verdiazules a veces se calentaban palpitantes, agarradas de cualquier pequeño reborde, adormecidas bajo el sol en primavera; corrían a esconderse cuando mi mirada curiosa se encontraba con sus ojitos entelados. Esa pandereta por encima de la que levantaba tímidamente mi cabeza, después de encaramarme a duras penas por las pequeñas salientes que formaban algunos ladrillos, para espiar el jardín misterioso y prohibido de nuestro vecino gruñón, del gigante egoísta que reventaba a disparos de perdigón las pelotas de plástico que regularmente al jugar se nos saltaban sobre ese cerco de la distancia humana. Una llave de jardín pegada a ese muro blanco para regar una angosta hilera de calas, lirios y una mata de glicina lila más olorosa que los perfumes de mi madre, esculpida en mi alma para siempre. ¿Cómo un Universo tan grande, tan inabarcable para los sabios astrónomos, pudo haber creado un diminuto espacio, tan lleno, tan sólo nuestro entre él y yo, tan aislado, tan invisible y tan desbordante al mismo tiempo?... De esa pandereta ya no queda nada. El vecino está muerto, igual que Chopin. Hace más de cincuenta años todo eso desapareció; sólo persiste en mi memoria, gracias a un repentino chispazo de recuerdo, esa imperfecta olvidada pandereta blanca, hasta que yo también desaparezca y me encorve doblemente en esta misma nada presente, como un remolino de espuma desaparece en cualquiera playa ignorada.


miércoles, 3 de enero de 2024

Un Nirvana sin Nirvana - Un Paraíso sin Dios

 

 

 

La conciencia y la mente en su conjunto cuando experimentan, perciben, capturan, representan en su máxima expresión, capacidad, realización, posibilidad, la realidad, su inmensidad, su verdad, apenas logran un fragmento tan insignificante, tan ilusorio, tan absurdamente humano de ese océano ontológico inalcanzable… La conciencia y la mente cuando ponen atención, experimentan, perciben algo, dejan fuera, en la inconciencia y la desatención “el resto”, la simultaneidad de TODO. ¡Qué cosa más ínfima somos!... Incluso los estados más elevados de la iluminación espiritual, los ensueños místicos de integración universal en la Unidad, en Dios, en lo que sea más todo, son sólo atisbos nebulosos de Algo que podría existir, de un estado de Yo-Todo, pero que en verdad se nos niega, se nos imposibilita, se nos ilusiona de que somos capaces de experimentarlo (incluso inmortalmente, eternamente). Quizás sería mejor reconocer que todo lo que entra y todo lo que queda en nuestra conciencia y mente es la irrealidad de la realidad. Quizás ésta sea la paz suprema, la última, la paz menesterosa y humilde – para nuestra ilusión ingénita, sin embargo, INMENSA - que nos deja la conciencia máxima de ser casi nada


lunes, 4 de diciembre de 2023

VICENTITO

 


Vicentito tiene – supongo - unos 47 años. Es un padre de familia, como yo, como tú, o, si no lo eres, como tantas personas. Tiene una hija de un año y medio; él la ama más que a sí mismo, yo me doy cuenta. La pequeñita no lo ama sólo porque todavía es demasiado pequeñita para cumplir satisfactoriamente con el buen concepto de amor, pero sonríe, sonríe, y ríe también a carcajadas, con las gracias que Vicentito continuamente le inventa. Juanita es su esposa, fiel y abnegada como la mejor de las mujeres y de las madres… Así los veo yo, cuando los visito ocasionalmente un domingo, o en una fiesta de cumpleaños... ¡No!... Es verdad que los puedo revivir como si fuese hoy, pero han pasado ya varios años desde que presenciaba esto, precisamente así. Se pueden decir tantas cosas de la vida… ¿Por qué cuando suspiramos inesperadamente siempre buscamos alguna sentencia, alguna enseñanza universal acerca de la existencia humana?... ¿Qué puedo decirte, Vicentito, después de 7 años desde que sufriste ese accidente automovilístico que te mantiene en cama sin la mitad de tu cerebro, contemplando inmóvil y rígido lo que te queda de esta vida?... ¿Lo presentiste, lo buscaste, o el misterio de la existencia guarda con siete llaves el secreto doloroso que sólo ustedes comparten?...


domingo, 3 de diciembre de 2023

El Circuito del Arte

 



Poetas, escritores todos,

artistas desconocidos

consumados

quieren inyectarse en la yugular

éxito,

ediciones que suban

como depósitos bancarios;

reconocimiento

seguidores

premios, harto dinero,

mujeres y hombres deslumbrantes,

viajes, propiedades,

sexo, algarabía mediática, alcohol,

el Nobel,

palabras,

más palabras,

buenas

malas

bellas

estereotipos

palabras,

que no se agoten,

necesariamente

tasadas en dólares.

 

No me muestren los dientes

no me gruñan,

quédenselo todo,

de verdad

yo no lo quiero.


domingo, 26 de noviembre de 2023

Espiral

 

 



Espiral azul irradiante

pare al alba gota de rocío;

a su lado,

un millón de años,

una humanidad ha existido

sin conocer todavía

una gota de rocío.

sábado, 18 de noviembre de 2023

La Hora de la Humanidad

 

 

 

Si existe un Dios Justo,

el Juicio Final está cerca.

Si no existe Dios,

no habrá Juicio Final,

sí Apocalipsis.


jueves, 9 de noviembre de 2023

Una Experiencia Repugnante (Cap. 5 de Historias de un Individuo Imposible)

 


  

Desde niño me llenaron la cabeza de MIERDA; aunque ésta sea una metáfora desagradable, sé que funcionará para hacerme entender. Cuando digo mierda, lamentable quiero decir TODO. Advierto que no es en absoluto mi intención herir la sensibilidad de nadie. Tampoco estoy culpando a nadie, ni me siento profundamente resentido ni dolido. Es muy raro que uno no use la palabra mierda con una carga de rabia, con una intensa carga emocional negativa, de desprecio, asco, ofensa, violencia, etc. Yo carezco de carga emocional negativa, aunque la utilizo también y la reconozco en mi biografía y aquí para representar las infiltraciones negativas dentro de mi sensibilidad personal, y su gravedad en general, en buena parte de mi vida previa… ¡Claro que podría haber utilizado otra palabra!... Creo que la uso aquí sobre todo para destacar la dificultad y el desagrado – metafóricamente asco - que me causa no poder sacarme de adentro más fácilmente esto (mierda, desecho, residuo conceptual y mental) que todavía me hace tanto daño, que me condiciona, que me embadurna inaguantablemente por dentro y por fuera. ¿Cómo podrían mis semejantes haberme ofrecido y dado algo que no fuese mierda, si ellos mismos tenían y tienen la cabeza llena de mierda?... ¡Está bien, maticemos!, hay muchos tipos de mierda... Incluso se da la paradoja frecuente de que hay mierda que no es mierda, o sólo mierda. Veamos esto de la paradoja tan frecuente. Si alguien me lee ahora, dirá con seguridad: “Yo no tengo la cabeza llena de mierda”... ¡Sí!, pero también hay personas que dicen de un pastel: “¡Esto es una mierda!”, y otras, respecto del mismo: “¡Esto es una exquisitez!”… Una de las grandes preguntas que se deriva de esta situación universal de la experiencia humana ha sido siempre histórica y filosóficamente: ¿Ese pastel es realmente algo como una exquisitez, una mierda, u otra cosa?... Es más, estoy cierto de lo que llamo la mierda infiltrada dentro de mi cabeza para casi todos los seres humanos sería otra cosa que mierda, incluso mucho les parecería un rico pastel. Demos un claro y decisivo ejemplo para que comience a visualizarse de qué hablo… La Educación. En todo el Mundo, en todas las culturas, en todos los tiempos, la educación (la formal y la informal) ha sido un eje central de toda sociedad humana. Sin educación, sin transmisión de conocimientos y experiencias, la Humanidad no habría sobrevivido hasta el día de hoy, ni tampoco habría logrado lo que ha logrado – usted, lector, entienda aquí según su criterio: pastel o mierda, u otra cosa -. Recuerde que si usted mira hacia la luna y considera que ya ha habido seres humanos saltando en ella, o piensa en un Mars Rover desplazándose sobre la superficie de Marte, se henchirá de orgullo humano, de esta civilización-pastel, y de todo lo demás que hemos llegado a desarrollar en nuestro “beneficio”. En cambio, si nos encontrásemos en el año 2043 con un planeta Tierra devastado por la destrucción nuclear y otras calamidades antropogénicas, esos humanos tendrán que reconocer que la nuestra ha sido una civilización-mierda.[1] [Ejemplifiquemos sólo de pasada: el hecho de que Einstein, y sus epígonos físicos, no hayan reconocido e incorporado la dimensión humana (bio-psico-física)[2] en sus teorías físico-matemáticas reduccionistas de la realidad, convierte su Teoría de la Relatividad, sin restarle sus méritos ciertos, también en una teoría de mierda. Es más, toda la Física y las Ciencias modernas adolecen de la misma falencia y, a fortiori, falsedad, al excluir la Dimensión Humana, en tanto dimensión universal, en paralelo a las dimensiones espacio-tiempo, multiverso, cuántica, hiperespacio, etc., no sólo de su modelo de realidad, sino de sus propios condicionantes – actualmente ignorados - para la actividad y área (sistema) de conocimiento de las Ciencias.[3]]

Bien, con la Educación obviamente nos encontramos con un conjunto de saberes transmitidos intencionalmente para beneficio de quienes los reciben y que se inoculan casi sin aceptar ninguna forma ni grado de oposición en el educado, o bien utilizando las más variadas y eficaces formas de encantamiento persuasivo (p.e., el reconocimiento social, el bienestar material).[4] Sin embargo, ya desde tempranos tiempos la Humanidad ha creado un set de conocimientos y experiencias tan numeroso y variado en sus características, condiciones y efectos, que, lo que a unos les resulta beneficioso, a otros les resulta perjudicial, como, por ejemplo, “El Arte de la Guerra”, o, en su conceptualización actual: “El Negocio de la Guerra”. Reconozco que yo también me nutrí a través de los innumerables tipos de medios culturales y educativos con la firme creencia y experiencia de estar accediendo, como un privilegiado, a la pastelería más exquisita y superior que nos ofrecía la civilización humana: las artes, las ciencias, los libros, la espiritualidad, la religión, Dios, la filosofía, la inteligencia, el conocimiento, la superación material y la autosuperación, la medicina, los valores morales, los ideales, el bien, el amor, la justicia, la humanidad, etc., etc., etc…. He dicho antes que hay muchos tipos de mierda; también podría agregar – para que se entienda mejor -, de grados, de experiencias, de parámetros, de criterios, de sentidos, etc. Se podría, y hasta debería, ampliar y profundizar en este complejísimo concepto de mierda que aquí propongo – siempre sólo metafórica y sugestivamente -, para que se comprenda cabalmente la dimensión, densidad y complejidad implícitas que posee (también en mi texto). No puedo hacerlo aquí. En cambio, hago explícito que, para mí, dicho en forma simple y banal, también hay tipos de mierdas mejores y peores. En buena medida, como meros ámbitos o áreas de la experiencia humana de civilización, todos aquellos tipos y excelencias que nombré más arriba siguen siendo para mí todavía las mejores mierdas humanas. En cambio, se han convertido en una gran mierda sus contenidos, sus logros específicos, sus conocimientos particulares. O sea, la Física, como Ciencia facultativa, para mí es una mierda relativamente mejor, que la mierda específica de la teoría de la relatividad. Sí, uno puede y debe nutrirse de mierda para funcionar concordantemente en un mundo de mierda, en el cual funciona bastante bien la mierda, pero no la crema… ¡Esto es una trampa, un engaño, una falacia, porque nadie te advierte en esta sociedad humana que TODO te está como hipnotizando para comer heces, pero lo experimentas enteramente pastel!...[5] ¿Cómo podría uno, tratando de huir de la ilusión de mierda,  encontrar un punto que no sea otro mero punto de mierda desde donde contemplar separadamente TODO?... ¡No lo sé!... Pero, al menos, es un hecho indesmentible para mí que estoy viendo feca donde antes veía pastel, y estoy experimentando, viviendo esta otra mierda separada que se siente mejor en todo sentido que toda esa otra mierda, aunque no sea del todo diferente. ¡Eso ya es, al menos, un avance entre mierda y mierda!... Tal vez TODO no sea más que una escala de mierda al infinito, en la cual uno sólo puede subir o bajar de una grada de mierda, a otra grada de mierda. [Es desagradable, ¿verdad?, que repita tanto la palabra mierda, sinónimos y derivados. Bueno, así precisamente me sé - aunque no siento -, y por eso mismo la repito por todas partes.] Intercalo aquí otro exabrupto y ejemplo significativo de algo central en el conocimiento de mierda actual: las Ciencias… ¡Qué decisiva ha sido para la Humanidad, también para mí, su presencia imperial, imperialista, que todavía crece y crece, en desmedro de los demás saberes y cosmovisiones!... Una pobre y hedionda Ciencia que teoriza sólo con ayuda de la razón humana, infantil, vérmica, sicótica; una pobre y pegajosa Ciencia que se atiene a una realidad sólo encuadrable dentro de los sentidos; una pobre y arrogante Ciencia que se ha representado y le ha metido el guante sólo con Matemáticas a un minúsculo entorno material (un Universo con un tamaño de sólo 93.000 millones de años luz) que debiera ser experimentado en relación con la infinitud incalculable, indeterminada, de realidades, modos de ser y dimensiones, a los que tenemos acceso fáctico y también posible; una pobre y delirante Ciencia que se absolutiza a sí misma como Verdad y Sucesora de Dios (Supremo)… ¡Qué aborrecible ceguera de las Ciencias, y, como causa de las Ciencias, la penosa y limitada condición humana, incapaz hasta ahora de reconocer por dónde va su increíble y desaprovechada propia grandeza!... La persona humana es un cruce interdimensional, un agujero de gusano multidimensional, incalculablemente multidimensional, la demostración más completa e inmediata del Multiverso físico y no-físico, la sobre-superación de toda Física y de toda Ciencia y de toda forma de conocimiento hasta ahora conocidas; el asombro y el milagro llevado al summum, pero experimentado desde una conciencia y una autoconciencia espontáneas tan limitadas del fenómeno, del potencial, de la complejidad de sus realidades imbricadas, de su verdadera condición natural, que le ha sido conferida de modo tan fácil, tan gratuitamente dado, tan integrado, tan unificado en su rareza y multiplicidad, que no alcanza a reconocerlo, que no alcanza a darse cuenta - ¡pobre miope! -, aunque está totalmente inmerso en esa experiencia multiversal[6], pues sólo se ha atenido a la utilización de los sentidos; a una racionalidad servil de los sentidos y la materia; a una prolongación y extensión (material-tecnológica-computacional) de los sentidos y la corporalidad física; a una emocionalidad absorbente tan básica y animal, que apenas nos diferencia de los lagartos; a un desarrollo de la mente, de la conciencia y del cerebro que apenas se asemeja al resplandor de un fósforo que pronto se apaga, habiendo podido brillar desde hace miles de años como soles hasta ahora desconocidos…

Sin embargo, no soy tan mal agradecido, tan absurdo, tan desarraigado de la experiencia de realidad que me ha acompañado toda mi vida a mí, y a todos los seres humanos desde el principio de nuestra especie, como podría colegirse de lo dicho hasta aquí. La experiencia directa de la Naturaleza, el conocimiento y desenvolvimiento humano en sociedades y en el entorno natural y físico del Universo asumido, los procesos cognitivos y sus producciones, las realizaciones materiales, la educación y las enseñanzas de todo tipo, no pueden ser calificados tan burda y exageradamente como desecho, mierda. En buena medida crecí, me desarrollé hasta donde he llegado hoy (lo mejor de mí) gracias a esos saberes, a esos maestros, aunque haya tenido que ser un proceso dialéctico, de amor y odio, de leche y veneno, para sólo así serme entonces positivo, el cual ahora denuesto y trato de exorcizar. Sólo donde me encuentro hoy, en el Borde de la Realidad, en esta condición de singularidad, los contenidos humanos aprendidos o disponibles son para mí, sólo para mí, una mierda, más que cualquier otra cosa. Incluso pido perdón por todo esto, pero realmente en mi experiencia actual de realidad es ASÍ. Seguramente algo, seguramente sólo un poco, muy poquito de tu experiencia, mi lector, se asemeja o te resuena familiar y tuya en esta mi visión extrema de la producción omnipresente del excremento humano, que a mí y a ti nos empantana y nos hunde asfixiantemente, o dulcemente, en contra de nuestra irrenunciable, profunda e incomprensible necesidad de trascender, de evolucionar hacia un punto ápex trascendental desconocido, el Gran Agujero de Gusano hacia una realidad aún no conocida, que exige irresistiblemente de nosotros la capacidad de irnos desprendiendo de TODO, transformándonos integradora y vertiginosamente en algo más y superior respecto de nosotros mismos y de TODO, contenidos por la misteriosa paciencia y gradualidad que demuestra un Universo de unos 30.000 millones de años hacia atrás, y probablemente de otros tantos hacia adelante.[7] Seamos pacientes, también vehementes, en la justa medida lo uno y lo otro, para devenir experimentando necesariamente este gran pastel y esta gran mierda, todo junto, definitivamente, al menos por ahora, a ciegas, porque no sabemos siquiera si vamos a alguna parte (inteligible), si seguiremos siquiera siendo algo semejante a lo que ahora somos, y dentro de algo semejante (Universo-multidimensionalidad), como individuos, y/o como especie.

 



[1] Hoy por hoy no nos encontramos con una situación y experiencia tan extremas, aunque también son innumerables los hechos-mierda en escala más reducida. Creo que no necesito dar ejemplos por todos conocidos, aunque todavía no por todos sufridos.

[2] Sólo la macrodimensión Psi (psiquismo) encubre incalculables otras dimensiones de realidad, a las que se accede y se interactúa, en la medida que ello es posible, a través y por medio de la mente, la conciencia, el inconciente, el yo, las diferentes facultades mentales y cognitivas, el espíritu, la energía psico-biológica, etc. Si las Ciencias modernas y la Humanidad inteligente pusiesen la atención en esto, investigasen, experimentasen con nuevas metodologías y nuevos modos epistemológicos, con sus propias facultades cognitivas reconfiguradas, todo lo que hay, e implica, en la Mente o Psiquismo humano y animal, se derrumbaría todo el conocimiento científico adquirido hasta hoy, todo su paradigma de realidad y de conocimiento, toda experiencia humana como se vive y concibe actualmente, TODO, sin excepción.

[3] Una demostración de esto se encuentra en el hecho de que las Ciencias y sus conocimientos van cambiando necesariamente con el transcurso del devenir histórico del ser humano, a causa de su experiencia y transformación colectiva y subjetiva – incluido como tal la tecnología -, pero no por un factor intrínseco (verdad, virtud, poder, creatividad, etc.) a la Ciencia misma, a la tecnología, o a cambios sustantivos de la realidad física y material. No es la Ciencia, sus nuevos conocimientos y creaciones, los que cambian la Ciencia ni la realidad, sino es el ser humano el que cambia el conocimiento relativo de la Ciencia, la Ciencia misma, y sus efectos (logros).

[4] En capítulos anteriores he narrado cómo experimenté en mi adolescencia y adultez un autoencantamiento, una especie de autohipnosis, para exaltar y desarrollar mis propias formas de conocimiento, basadas en, y referidas a, lo que ahora considero la mierda del saber humano, pero que en su momento me resultaron una especie de ascenso sobrenatural hacia la Verdad, un logro precioso para mí y hasta para la Humanidad. También yo me hice trampa y me engañé a mí mismo, sin coacción externa, tanto como con coacción externa.

[5] Los peores enmierdadores son aquellos que afirman que todo, o esto o aquello, es una ilusión de mierda, para enseguida “enchufarte” su solución de mierda, que se te propone para superar la otra ilusión de mierda que ellos tan meritoriamente ya han desenmascarado.

[6] Otras dimensiones de realidad, además del tiempo, del espacio, del (eventual) multiverso, son la dimensión de la vida biológica, el antes y el después de la vida corporal, las dimensiones asociadas a las experiencias paranormales (telepatía, ECM, Ovnis, las apariciones (entidades) personales no biológicas, la memoria kármica, premonición, etc.), la conciencia, etc.

[7] Estos u otros datos matemáticos y teóricos que manejan los cosmólogos son una mierda ilusoria, no tanto así la referencia implícita a algún tipo de un gran antes y un gran después de TODO ESTO, aunque incluso una visión de este tipo (más empírica) pueda llegar a ser también una mierda ilusoria antropogénica, y hasta una mierda extra-antropogénica (universal).