¿Y si viniese yo de un mundo
realmente sin pensamiento, pero de dulzura? ¿Y qué dulzura? Sin miel ni
edulcorante. La dulzura, digo, de lo que nunca duele. ¿Y si viniese de un
universo donde todos vuelan, pero sin combustible, esmog ni alas? Pero aquí le
temo a las alturas. Le temo a despertar después de haber flotado toda la noche
buscando la verdad de mi sueño. Aquí me arqueo adolorido para enfrentar cada
mañana este mundo que me quiere sólo para sí; este mundo de evidencias
torturantes bajo amenaza de no darte de comer. ¿Y si viniese de un mundo donde
todo es belleza? Pero de un mundo sin artefactos clichés, sin academia ni
poesías escritas, sin lectores, pero puros artistas, o sea niños eternamente
niños que juegan a crear infinitas formas sin repetir ninguna. Allí no habría
muerte y apenas un poco de nostalgia al recordar a los peregrinos de la muerte:
nosotros. Seríamos flores al contemplar las flores, y sería el amor allá,
seguro, lo que explicaría de verdad este angustioso sentimiento que aquí
llamamos amor.
¿Y si regresase a ese mundo sin tiempo?
ResponderBorrarEntonces me acordaría de ti y desearía estar junto a ti...
ResponderBorrar