Contemplaba el fuego y vi que una
mano salía de él y me pedía “Ven, sácame de aquí”. Escuchaba al viento entre
las ramas de los pinos y una cuerda verde rasgueó la melodía “Ven, sácame de
aquí”. Miré al cielo y una grulla que seguía a otra me rogó “Ven, sácame de
aquí”. Las montañas entonces parecieron despertar y escribieron sobre la piedra
y la madera “Ven, sácame de aquí”. La luna se desprendió del horizonte más
pálida que nunca y gimió “Ven, sácame de aquí”. Entonces comprendí el angustioso
llamado y me dije a mí mismo “Ven, sácame de aquí”.
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