Soy
aire,
amo
el rastro de la espuma
que
hago rodar sobre los telares líquidos.
El
cielo es aire azul
que
derrama su metal fundido sobre el océano.
Soy
aire ancestral
como
la memoria invisible de lo que no puede recordar,
el
señor de la luz,
el
marinero de la lluvia,
la
torre sibilante de las nieves más duras y heladas,
el
pastor que lleva a los remansos sus nubes tronadoras
y
dobla un instante la flor hasta el suelo
porque
ha querido besarlo y no puede.
Soy
el aire silencioso,
el
desnudo de pensamiento,
el
monje del mediodía contemplativo,
la
vida que respira,
la
muerte que se ausenta brevemente
y
juntas regresan
en
el polvo y en la tierra
que
soplo
y
humildemente se levantan.
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