viernes, 8 de agosto de 2025

El Punto Blanco

 

 

 

¡Ah, el instante!

Ya no me quedan pasado ni memoria cierta,

esas monedas de oro que en nuestra avaricia infinita

sobajeamos entre la palma de los dedos neandertales cadavéricos

para intentar que explote de ellas chispa de un fuego divino

en vano.

¿El tiempo fluye huye?

Sólo nos huye la cordura sin pasado ni futuro,

sin el mañana incierto sobre el que arroja sus fichas

esa jugadora compulsiva enfermiza sicótica

la esperanza

en vano.

¡Malditos maestros que desde mi crédula infancia

persuasivamente me enseñaron a anhelar la verdad por sobre todas las cosas,

incluso más que a Dios

en vano!

Mentiras, ilusión, engaños

siempre por el reverso de cada moneda dorada de verdad

paralizada, santificada, demostrada en laboratorio cuantificado sensorial espiritual real

en vano.

¡Benditos maestros suicidas mentirosos!

Y ahora que cuelgo solamente del instante

como si me aferrase a dos manos al hilo de seda de una araña

pendulante en el cielo infinito desde la esquina de un cuarto menguante de luna

descubro así la única posible eternidad,

el instante

profundo burdo agonizante

como ese punto blanco que en las pantallas de televisión de la década del 60

al apagarla

quedaba hipnóticamente en el centro del universo oscuro

en vano.

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