El
amor mejor que todo misterio
te
abrió las puertas del infierno
sin
violencia
sin
golpear
cedieron,
debía
haber en tu melodiosa voz dolor
deseo,
en
tus ojos una luz inmortal
y
lágrimas,
Orfeo.
Oh
Eurídice,
espiral
del tiempo
dichosa
música
sabedora
del secreto,
espérame,
regreso
hacia
la noche
de
la hondura
abismante
de
tu muerte.
No
sé para qué,
amor,
pero
vuelvo.
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