Que nadie diga que los sueños no son
reales. Que nadie diga que los sueños son un mero apéndice disforme de nuestra
vida conciente, explicados a causa de un cerebro que duerme y descansa.
La existencia tampoco es una ilusión
soñada por un cerebro trascendental que descansa en el sueño, que sería este
universo. Pasamos, morimos, nos vamos; aunque nadie nos recuerde, continuaremos
un sueño que sueña soñado más profundo que esta realidad.
Cada vez que soñamos creamos un
universo que ya jamás desaparece, aunque a la mañana siguiente ya no recordemos
nada. Cada vez que imaginamos algo ya jamás desaparece, aunque no haya rastro
alguno en este plano de existencia. La nada y la eternidad son una y la misma
cosa.
Los sueños si quisieran podrían
volverse materiales y, si quisieran, entrar también a la existencia.
¿Que cómo sé esto?... Es que sueño y
sueño y aún no despierto…
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