El
follaje de la tarde grabado al rojo vivo
la
inocencia de los pescadores sobre sus botes teñidos de sangre
reverberos
de lejanos sacramentos de arcilla rezan sobre sencillos corazones
las
estrellas de mar desmenuzadas en jardines vibrantes de rocas
la
tierra toda se empurpura como las arenas del desierto amargo
dos
amantes se arrebujan al mirar la esfera que lagrimea en el horizonte
la
intensidad acaba siempre contenida por el silencio del fondo.
Una mirada a un atardecer maravilloso, un ardor que acaba con un vacío interior .
ResponderBorrarPrecioso poema.
Un beso