¿Qué
tengo yo verdaderamente de mí?
Diez
segundos de una ola
que
levanta con firmeza su humanidad
y
se deja caer vencida y todavía poderosa
por
la plenitud de haberse levantado
hasta
su máxima altura
ante
mi propia mirada.
Unas
decenas de apretados años
en
que una zona oscura del universo
se
hizo hombre
y
rió
y
lloró
y
amó.
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