Volvería
a despertar
sobre
una luna desplegada a doce colores por el cielo
y
en el destello de un pasaje piramidal entre la tierra y el sol.
Despertaría
vientos que animaran la paz y el descontento
borrando
nombre viejos como New York, Roma y Pekín
o
las horas desgastadas de los relojes de la tierra
que
cayesen como monedas viejas en un saco roto
que
los bancos abriesen sus puertas y no pudiesen cerrarlas
hasta
que sus bóvedas descerrajadas soltasen los malos vientos del planeta
y
se descubriese la verdad mentida de que ningún rico tiene nada.
Volvería
a nacer
a
medio camino entre el mundo y las estrellas
a
medio camino entre mi madre y todas las madres
entre
el amor y la inquietud
entre
el infinito y la nada.
Volvería
a nacer príncipe
sin
reino,
rico,
sin riqueza
y
humano sin defectos.
Volvería
en cien años más con ustedes
cuando
todos los humanos vuelvan a nacer
despiertos.
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