viernes, 2 de diciembre de 2011

HASTA QUE LA MUERTE NOS SEPARE


Han pasado cien años y eres más bella que entonces. Cien años en que la tierra ha girado alrededor de tu alma y yo como el último albatros del éxodo invernal he besado tus talones perfumados sin poder todavía alcanzarlos. Te ibas siempre de mi lado cuando yo me moría y una descarga de estrellas me reducía a luz. Así me quedaba quieto y solo para oír si me amabas, después de diez o veinte años sola. Yo a la orilla de un mar contemplando. Tú a la orilla de todo lo que era para mí inalcanzable. Al final el aliento de una ola que caía desde mi propia ansiedad me ocultaba compasiva tu “Sí, hasta que la muerte nos separe”. Eres más joven y bella cuanto más lejano es el tiempo. Yo de vez en cuando sepultado en el sopor del olvido humano sueño que te amo en otra mujer, pero siempre tan parecida a ti, pero nunca tan bella. Y si te encuentro entre las cruces mortales de estos nuevos cuerpos, vuelvo a comenzar a amarte esperando que pase el tiempo y se desnude el alma de mortalidad y junte siglos como niños en el amor, cosidos unos con otros con puntadas invisibles de nacimientos y muertes.

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