Sentado
frente al muro de piedra,
muro
de mis colores no existentes,
muro
duro como cuerpo de caña seca,
en
medio del azul del infinito mío
y
por la huella digital tras una hoja verde
cortada
sin sangre ni desdenes funerarios,
cascada
que toma impulso en la roca y vuela,
sólo
trasparencia de una sonrisa cándida
liberada
en un rayo solar alrededor del mundo
como
mano canosa de la tejedora del silencio,
hebra
con hebra la creta de un destino superior.
Sólo
la ignorancia del futuro
me
mantiene frente a ti
(en
posición de loto sonriente),
muro
hondo y negro,
ilusoria
verdad de mí mismo,
meditando
“¿existe el mañana?”.
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