La
lluvia se pasea del brazo del invierno
por
los senderos de los parques
diluidos
con inquietas manchas de pereza
entre
andamios de árboles apagados
entre
senderos de agua ruidosa
llueve
el día su luz demacrada
de
manos detenidas y grises
de
metales paralelos y oxidados
entre
campanadas de notas invisibles
del
canon eterno de los relojes paralíticos.
Llueve
a solas en los parques
llueven
las nubes clavos de frío
sobre
un único caminante
caminante
incomprensible
pedazo
de lluvia humana
invierno
peregrino
que
sonríe
bajo
el ala de su sombrero
golpeado
por el sol de la memoria
herido
por las uñas de la lluvia
sobre
su piel tatuada de morados recuerdos.
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