Te
espero
y
nadie sabe que te espero.
Te
espero
y
no sé a quién espero.
Cuando
llega el sol por la mañana
sé
que te espero
aunque
no te vea
sino
en luz, en cosas y en humanos.
Vuelvo
a saber que te espero una y otra vez
porque
te has hecho en mí humildad y esperanza,
te
has convertido en dolor y libertad
en
dulzura y paciencia violentada
en
carne insatisfecha y en mente rebelde
en
conciencia y letanía de preguntas
que
apaciguas con esperas y esperas
mientras
me dejas contemplando
la
maravilla de tu mundo
lacerado
de señales, estigmas y milagros.
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