sábado, 28 de abril de 2012

A Heráclito


Miro el agua que corre,
estrellas fugaces montan a pelo
el lomo de esta piel acuática.
Cada resplandor es una carcajada de sol
la punta de una flecha dorada
que lacera carne de aguas
y vuelve a reaparecer más allá
debajo de una mano
por entre costillas heridas
en el guiño de unas pestañas coquetas
entre piernas delgadas de una joven morena
y brilla
sólo brilla alegre y breve
para retenerme enamorado contemplando
para retenerme vivo entre lágrimas
que tantas y juntas se convierten
en aguas que corren y corren bajo el sol.

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