miércoles, 15 de febrero de 2012

Hermosa es la vida


Hermosa es la vida cuando destruye
porque siempre destruye para construir su propio ideal,
con todo juega como un niño con su barro
al que amasa con dulzura y forma
para siempre ansioso de nuevas figuritas pisotear feliz,
y vuelve a comenzar la eternidad su idea loca
con sus mil brazos, sus mil futuros, sus mil tiempos
en su marmita de universos burbujeantes
sobre cuya boca desmesurada se desbordan los sueños humanos
los serios, los enfáticos y dominantes
los trazos de poder, las rúbricas de sangre
inocencia, búsqueda, llantos explosivos
tajos de alegría que se graban en la corteza del alma
cuando el pequeño nos mira desde su instantánea retina
y sonríe y llora y sonríe
en nosotros vida y muerte
amor de vida y muerte del amor
derrumbe sostenido que renueva la cascada
del espejismo del lado,  más allá de nuestra cosa sacra
oculto a nuestra lenta mirada astronómica y miope
pelusa que flota en el espacio desprendida
del telar cósmico quemado y fósil
del rodar entre estrellas y mundos dispersos
después de la gran explosión
autoinmolante del niño divino
que dichoso intenta restaurarse
a través de las edades desmembradas
sin conseguirlo todavía.

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