martes, 21 de febrero de 2012

Despierto

Despierto cada mañana el futuro
añoro a los padres que nacerán de mí
los únicos padres que nunca morirán antes que yo,
las amadas que deshojaré del calendario
eligiendo a la que quiera, esa dulce y bella
que no me dejará de amar para correr tras otro
y que no se tornará obesa
aunque viva mil años conmigo criando hijos.
Encontraré el futuro indubitable entre infinitos posibles,
el mundo con más flores y menos animales,
nubes que al llover alimenten directamente el alma
y el alma viaje a mundos verdaderamente deseados.
Hallaré ese mundo aunque ese mundo no exista,
el futuro de las posibilidades
no en el pasado de una historia que te condena
a un forever never more,
sino en la condena de un querer siempre nuevo
como el pasaje Una-muerte-adonde-quieras que se retira
en la boletería de la Gran Estación.
Iré al futuro por el costado rojo de una mente abierta,
por el filo de una guadaña que acaba atacando tu propio ojo,
por la manecilla de un reloj de esperanzas
hasta la palpitación apresurada de un corazón infartado
libre al fin de un ritmo impuesto por la luctuosa
música de la naturaleza.
Extraño el mundo que se haga real desde una conciencia humana
no este mundo mineral y atómico que se engalana de azar
para esconder una esforzada y torpe libertad
de un tímido dios que va y viene,
cuando en mi conciencia desbordante y lujuriosa
asoma una libertad creadora salvajemente dulce y libre.
No me avergonzaré más de ser un yo
y retirarme jubilado ante un dios todopoderoso
que me ama para dejarme colgado y moribundo en esta cruz,
la cruz de su oferta esforzada y doliente
que se deshará en su futuro dios yo mismo,
amado dios de todos , amado yo.

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