miércoles, 9 de abril de 2025

Una Variante del Argumento Teísta de Jenófanes de Colofón

 


“Si los bueyes, los caballos y los leones tuviesen manos y pudiesen pintar y producir obras de arte como los hombres, los caballos reproducirían la forma de sus dioses como su propia figura, los bueyes según la suya, y cada uno haría los cuerpos de acuerdo con su especie.”

Jenófanes, Fr. 15 DK

 

Si a las hormigas se les pudiese preguntar si quisieran ser sapos, perros, elefantes o aves, o todavía más, como los seres humanos, o incluso más, como los dioses de los humanos, seguramente responderían que no, de ninguna manera; preferirían seguir siendo hormigas, o, en el mejor de los casos, llegar a ser superhormigas, igual que los seres humanos crean dioses que sólo son humanos mejorados, como proyecciones de sus propias debilidades. Los seres humanos no son mejores ni diferentes a las hormigas: sólo quieren seguir siendo humanos, o superhumanos, porque no pueden ser diferentes de lo que ya son, y siempre han sido; porque no pueden conocer algo diferente de lo que ya creen conocer, y seguirán defendiendo. Las hormigas viven en hormigueros. Los humanos, en su mundito y en sociedad; meten sus cabezas dentro de ajustados, oscuros y brillantes agujeros, y así viven confiados y exitosos. ¡Suficiente!... ¡Que Dios nos ampare de sus consecuencias!


domingo, 6 de abril de 2025

Mi Primera Experiencia OVNI (cap.12 de Historias de un Individuo Imposible)


 

 

Sé por conocimiento directo—aunque TODO es Ilusión—que, si una persona no vive personalmente un encuentro cercano con ovnis, el tema en sí mismo no puede cobrar la credibilidad, el efecto y la trascendencia que sí posee cuando se vivencia, y la cuestión ovni en general—sea por cualquier otra manera y medio—para esa misma persona. ¡Que el escéptico inexperto se quede escéptico y hasta enemigo, ya lo acepto sin enojarme! Si bien, como se dice coloquialmente, también “hay experiencias, y experiencias”. La Ilusión Universal—cuando quiere—sabe jugar con la ilusión y el delirio de las formas más extrañas e incomprensibles. A mí me ha llevado y traído muchas veces por laberintos y ensoñaciones alucinantes. Antes de la experiencia que relaté en el cap. 10, tuve mi primer descomunal encuentro ovni.

Comenzaba a correr el año 1980, en el vigesimoprimer año de mi vida; con precisión, el día lunes 11 de febrero.   Todavía guardo un registro periodístico del día siguiente. Yo me encontraba de vacaciones en Concón, en el litoral central de Chile. Alrededor de las 22:30 hrs. salí al patio de la cabaña de mis amigos y vecinos, porque sentí la necesidad de estar solo. Me senté en una banca en el jardín, apoyando mi espalda en la cerca baja que lindaba por el poniente con un páramo arenoso, con un par de casas a lo lejos, y hacia la izquierda, con un gran bosque de eucaliptus que comenzaba justo allí. Yo me quedé mirando tranquilamente hacia el oriente por un par de minutos, hasta que sin ninguna razón me giré por completo para mirar justo en la dirección contraria, a mi espalda. Al terminar de voltearme comenzó a aparecer de la nada una luz blanca intensa que avanzó lentamente por encima de la línea de eucaliptus, de izquierda a derecha, como a unos 500 metros de distancia. El cielo se encontraba completamente despejado y oscuro. La visión de inmediato me pareció surrealista. El efecto que producía esa luz era semejante al haz de luz que despiden los focos encendidos de un automóvil mientras ilumina un camino en total oscuridad, pero lo alucinante era que este supuesto automóvil, para mí invisible, no se desplazaba por el suelo, sino por el aire, lentamente, y en completo silencio. Sin pensar, y con la súbita certeza de que me encontraba ante un objeto volador no identificado, golpeé insistentemente en la puerta de la cabaña para que salieran mis amigos, junto con dos de mis hermanos, y me corroboraran lo que yo creía estar viendo. Salieron todos, unas seis o siete personas; quedaron asombrados observando lo mismo que yo veía, aunque yo no decía nada, mientras ellos conjeturaban y comentaban la inexplicable visión. Entonces, ocurrió algo para mí todavía más alucinante. En el punto focal oscuro desde donde surgía este haz de luz divergente comenzó a encenderse de forma creciente una pequeña esfera de luz, la cual se mantuvo totalmente inmóvil, de manera que el haz de luz comenzó a separarse de aquella esfera fuente o punto focal de inicio, y siguió desplazándose aberrantemente separado, con la misma intensidad lumínica hacia adelante. La esfera de luz inmóvil siguió aumentando de tamaño hasta alcanzar el diámetro como de un balón de fútbol, aunque mientras crecía se iba convirtiendo en una especie de esfera de luz blanca gaseosa. Al mismo tiempo, mientras el haz de luz divergente en forma de chevrón se desplazaba hacia adelante, aprecié que se encendía en medio del espacio máximo de apertura de diámetro un chevrón pequeño, o haz de idéntica forma, pero apuntando su punto focal en dirección opuesta a la del chevrón mayor—todo dentro de un perfecto y limpio trazado geométrico—y que avanzaba como parte integrante del chevrón mayor. Entonces descubrí algo que me remeció y me maravilló hasta el alma. El chevrón pequeño, que apuntaba hacia adelante como una especie de punta de flecha, se iba acercando evidentemente hacia el extremo focal (la estrella Hyadum I) de la otra punta de flecha, o semejante también a un chevrón estelar, que parecía figurar o representar la parte principal de la constelación de Tauro allí mismo en el cielo estrellado.



Fig.2. Evolución del avistamiento

 

Yo me encontraba estupefacto, pero también sentía una comunión indescriptible con lo que estaba ocurriendo. ¡Y ocurrió!... La punta del chevrón pequeño de luz alcanzó justo, calzó y se unió en forma precisa con la punta del chevrón de Tauro,

es decir, con la estrella Haydum I; en ese preciso instante todo el haz de luz—incluido el chevrón pequeño—, el cual a medida que se acercaba a la constelación de Tauro también se iba como gasificando, repentinamente se extinguió, disolviéndose en el aire. Me encontraba dentro de una avalancha existencial. Era todo tan significativamente denso y lleno, tan inconmensurablemente cósmico y personal, tan indistintamente sobrehumano y tan mío. ¿Lo que allí estaba ocurriendo podía no tener relación con la noche anterior, y con mi vida completa, si, cuando antenoche, mientras caminaba solo a una hora similar por las calles vacías y oscuras de las afueras de Concón, yo miraba el cielo estrellado poniendo atención exclusivamente en la constelación de Tauro, atraído por algo especial de su aspecto, por la profundidad viviente de la inmensidad cósmica, porque en esos tiempos yo estaba estudiando astrología?... Pero el avistamiento no terminó allí. Percibiendo y entendiendo que lo que ocurría, ESO, estaba plenamente consciente de mí ahí, que me conocía por completo, que me observaba, que podía estar dentro de mi propia mente, tanto como fuera de ella, en la tierra y en el cielo, decidí tratar de conectarme, de comunicarme física y mentalmente con ESO. No tenía miedo, sólo una intensa y compleja emoción, cuando caminé solo fuera del terreno, hasta la calle de tierra, con la intención de acercarme a la esfera de luz gaseosa que seguía fija en el mismo lugar. Me detuve en el camino y me quedé observándolo, tratando de establecer algo así como una comunicación telepática y clarividente. Visualicé y sentí que dentro de esa esfera había dos seres, uno alto y el otro bastante más bajo, delgados, casi luminosos, que estaban contemplándome afectuosa y familiarmente. Entonces, la esfera se disolvió en el aire como cuando se disipa una concentración de humo. Unos segundos después, distinguí en el aire un fuerte olor semejante a azufre o huevo podrido. Así terminó.

Durante el avistamiento yo había divisado, como a unos cien metros al oriente, a un tercer hermano mío, junto con un amigo suyo, que observaba también sorprendido este avistamiento desde la terraza de mi casa, lo cual ambos me confirmaron con posterioridad. Sólo en mi entorno por lo menos éramos 9 personas que habíamos visto algo similar. Y digo similar, porque cuando los escuchaba hablar del fenómeno parecían haber visto algo mucho más simplificado, y hasta confuso, que yo. Todavía el evento se me volvió más espectacular e indiscutible por el hecho de que al día siguiente me enteré por un periódico de que un avistamiento y fenómeno, en buena medida similar, había sido experimentado y presenciado por miles de chilenos con pocos minutos de diferencia.[1]

Fig.4

 

 



[1] Otros testimonios del mismo avistamiento: https://web.facebook.com/canal2tvsanantonio/posts/-avistamiento-ovni-en-chile-un-misterio-que-persisteel-11-de-febrero-de-1980-cie/1421374385901687/?_rdc=1&_rdr#; https://www.instagram.com/canal2chilenafm/p/C3OmzmIsalt/?img_index=1