sábado, 10 de abril de 2021

Estoy en el borde de la Realidad

 

 

 

 

Estoy en el borde de la realidad, oscilando en el filo mismo de un precipicio ontológico, existencial, mental, total. Hace unos días había decidido no escribir nada más, porque aquí ya nada tiene sentido humano. Para mí mismo no necesito escribir, pero lo hago por ustedes y para ustedes. Para mí mismo, seguramente yo debería ser empujado a saltar en este instante al abismo, pero no va ocurrir así, por la misma razón.

No es nada fácil hablar desde este borde, porque aquí las palabras no existen. Me encuentro en una realidad no nombrada. No sé cuántos seres humanos hayan logrado alcanzar esta experiencia límite. Yo no los conozco con certeza. Tal vez Jesús, Buda y Heráclito, pero, si es así, estoy condenado a cometer los mismos errores que ellos cometieron al regresar con palabras ciertas para los humanos. A diferencia de ellos, yo no voy a atraer ni adoctrinar a nadie con ninguna verdad cosmética y sugestiva, porque ya se probó durante los últimos dos mil años que los cuentos bonitos no sirven si se quiere atraer voluntariamente a la Humanidad hasta este asombroso precipicio donde ahora me encuentro. Y no trato de desacreditarlos a los tres, desmerecerlos, ni atribuirles ningún intento premeditado de engañar. Ellos son los más grandes faros de la historia humana – desde aquí lo veo tan nítido -. Yo sólo soy un mosquito que zumba alrededor de ellos, casi nada. Lo que hicieron, lo hicieron con la misma convicción y honestidad con que yo seguramente estoy creando involuntariamente una nueva forma de ilusión y engaño necesarios para obtener algún fin-supremo que desconozco.

Quienes me conocen saben que desde hace ya más de dos años vivo solitario en una cabaña perdida entre las montañas del Valle del Elqui. Yo he buscado llegar hasta los límites de la condición humana y de la realidad desde que tengo 12 años. Puedo declarar con satisfacción y desgarramiento vital que lo he logrado al fin, ahora que estoy por salir de los 62. No soy ciertamente un modelo de persona ni de vida para nadie. Soy precisamente ese exclusivo y terrible monstruo en soledad del que hablaba Aristóteles en su Política. Yo no puedo ser seguido por nadie, ni siquiera por mis hijos amados ni mi mujer amada; no puedo ser conocido ni ser leído más que por unos pocos, así como algo más de un millar de alumnos conocieron el fuego sobrenatural que ardía en mi corazón de profesor de colegio, mientras viví entre la multitud. Yo soy un solo buey que debe tirar una sola carreta, aunque haya tantas carretas que arrastrar en este mundo... AQUELLO-QUE-LO MUEVE-TODO sabrá hacer tantos más milagros para que mi labor y mi vida no sean más que una chispa en medio de la Gran Hoguera en la que todos debemos quemarnos.

Ustedes escucharán mis palabras como se escucha una campana a lo lejos que ha enloquecido tañendo, y luego se sigue adelante. Quizás a algunos de ustedes, aún más sensibles, se les erice la piel con un escalofrío animal, como el horror de los perros cuando se les aparece un fantasma. Yo experimento lo mismo, aquí, ante este abismo todo el tiempo. Pero no basta; también seguirán adelante... Con todo, incluso así, yo quedaré con estas palabras misteriosas y terribles parado delante de todos, semejante a esos monolitos que aparecen también misteriosamente en todas partes del globo, grabados con una escritura invisible que no es de este mundo, aunque hayan sido manufacturados por ingenios humanos. ¿Para qué?... Seré un hito, una esfinge, un ominoso oráculo de lo inevitable. Seré compasivo y horrible. Lo seré.

Prometo no mentir. Si considero y siento que, por compasión y amor divinos a ustedes, algo no debe ser revelado, prometo callar, pero nunca mentir o deformar a sabiendas la verdad en que creo. Prometo que callaré por la misma razón cuando la verdad no deba aún aparecer ante los humanos; prometo también confesar que callo cuando calle, pero no falsearé nada, ni tampoco silenciaré nada que en conciencia sienta que deba manifestar, aunque ustedes me lleguen a odiar por habérselo hecho saber, o tan siquiera escuchar. Aunque sé que no soy casi nada más que un peón, un médium, una herramienta biológica de LO-SUPREMO, sé también que ante ustedes sólo yo seré el responsable de estas palabras, y asumiré yo solo las consecuencias. Lo seré.

No estoy por encima de nadie. Ser único es justo lo contrario: estar por debajo de todos. Yo no salgo de aquí por encima de ustedes; yo salgo por debajo de ustedes y de todo. Poder ver la ilusión en todos y en todo, la ilusión de los sentidos, la ilusión de la memoria, la ilusión de los sentimientos, del amor y del odio, la ilusión de la consciencia y de la mente, la ilusión de la razón y de la inteligencia, la ilusión de dios, la ilusión de vivir y de morir, la ilusión del bien y del mal, la ilusión de ser humano y del cuerpo humano, la ilusión de hacer esto o aquello, y la ilusión de no hacerlo, la ilusión del conocimiento y de la verdad, la ilusión del sufrimiento y de la felicidad, la ilusión del tiempo, la ilusión del espíritu, la ilusión de la realidad y de la irrealidad, la ilusión de libertad, la ilusión de la belleza y la fealdad, la ilusión de la historia, la ilusión de estar despierto o dormido, la ilusión del sentido, la ilusión de descubrir la ilusión sin poder escapar de la ilusión, es una condición maldita y aniquiladora dentro de esta misma ilusión… Tarde o temprano TODOS la tendrán que vivir, porque ya fuiste creado, creatura delirante y nada más que delirante.

Si no me has entendido y consideras que estoy loco, dejémonos ser, porque las flores, los pajarillos, las piedras, el espacio y las estrellas, tampoco entienden mis palabras cuando les hablo con palabras.

2 comentarios:

  1. qué lástima. Tenía escrito un comentario tan ad-hoc pero le di a publicar y se borró.
    Espero seguir leyéndote e identificándome contigo (y discerpando también, por qué no...)

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