viernes, 26 de marzo de 2021

Introducción a una investigación de los límites de la Realidad (Parte 2)

 


Introducción a una investigación de los límites de la Realidad

(Parte 2)

Rodrigo Inostroza Bidart


 

Investigar la Realidad es lo mismo que pretender investigarlo TODO, pues hasta nuestros conceptos y producciones de irrealidad – como la fantasía desbocada, o las percepciones alucinatorias de la locura – pueden ser considerados fenómenos de la realidad mental. El solo concepto de realidad se puede entender de tantísimas maneras que se hace naturalmente inabarcable y discutible. Sin embargo, el ser humano desde los inicios de su condición natural e histórica, y siempre, ha concebido algo más o menos definible como realidad, con las debidas y obvias diferenciaciones históricas, geográficas, culturales, étnicas, sicológicas, lingüísticas, religiosas, individuales, etc. Este hecho incontrovertible, no obstante, nos permite identificar al menos dos componentes universales de toda experiencia y concepto de realidad y de irrealidad[1] [Recomiendo la lectura de todas las notas argumentativas para una adecuada comprensión del texto]:

I.              La realidad y la irrealidad son inevitablemente y siempre la constatación de una experiencia humana, mediada por una experiencia humana de hecho, pues incluso la concepción de un dios metafísico o trascendente – más allá de la realidad -, o las teorías físicas y cosmológicas de universos paralelos o de multiversos, son necesariamente realizaciones (realizaciones teóricas o posibles, pero ya con un estatus de realidad) dentro de una mente humana.[2] Por otra parte, aunque aseguramos que es una irrealidad que la Tierra posee cinco lunas que giran en torno a ella, esa irrealidad también posee al menos un estatus de experiencia de realidad mental (representación mental). En otras palabras, la realidad y la irrealidad son sólo aquello que el ser humano puede experimentar y experimenta como realidad e irrealidad. De ello, se infiere 1), que podría “haber” (término puramente metafórico y sugestivo) [3] “algo” (idem) “inconmensurable” (idem) “respecto de” (idem) la realidad (nuestra) y la irrealidad (nuestra). Así como también, 2) que puede haber realidad e irrealidad (potenciales) más allá del ámbito de realidad e irrealidad conocidos hasta ahora por la Humanidad.[4]

 

II.           Existe una dimensión de realidad (Universo material) que acompaña, complementa, contiene, etc., al ser humano en su condición de creatura o ser natural. En este aspecto, la realidad también es el entorno en que el ser humano se desenvuelve y que puede reconocer y experimentar primariamente a través de su corporalidad y de sus sentidos. Secundariamente, la mente humana con sus diferentes facultades se experimenta naturalmente a sí misma (especialmente por medio de la consciencia) en una relación de dependencia e interacción mente-cuerpo-entorno físico o Universo. Desde esta perspectiva común de realidad, la irrealidad se concibe como lo no-físico, es decir, lo que no posee ni espacio, ni materia, ni tiempo cronológico sustentable[5]. Desde aquí se entiende, por ejemplo, la asunción atea (materialista) de que Dios no es real, o la concepción (materialista) de que la mente como entidad metafísica no es real.[6]

 

Sin embargo, el hecho de que hayamos identificado estos dos criterios universales de realidad e irrealidad no nos resuelve para nada el magno problema de la Realidad-Irrealidad, pues la  sola interacción y superposición complejas de estos dos sentidos productivos de realidad – por más universales que sean - han provocado desde siempre innumerables variaciones, diferenciaciones, polémicas, confusiones, imprecisiones, confrontaciones, etc., en las concepciones de realidad e irrealidad a través de la historia y de las experiencias humanas. Podría parecer tan simple a primera vista decidir para mí y para todos: esto es real, y esto otro no; esta taza es real (porque es material), y esta pesadilla, no (porque es puramente mental). Sin embargo, cuando se escarba sólo un poco en la pregunta: ¿Qué es lo real, y qué no lo es?... O sea, ¿qué es lo que hace que algo sea real, o no?... TODO sin excepción se desfigura, se complica, se nos aleja.[7]

El tema y problema es de tal envergadura, de tal complejidad, dificultad y amplitud que no pretendo aquí sino más que bosquejar uno que otro de sus puntos para mí principales. Aquí sólo comienza la tarea investigativa, aunque, incluso perseverando, no creo que vaya a acercarme hasta el resto de mi vida a un estado de la cuestión satisfactorio, y menos, final.

Por ello, necesariamente ha de parecer arbitrario que en este artículo y en este punto salte abruptamente a declarar que, como se infiere de mi referencia y análisis del Incidente Exeter [en publicación previa, id., Parte1], el fenómeno ovni modifique y desafíe derecha e intencionadamente TODAS nuestras experiencias y conceptos de Realidad. Sin duda que ésta no es más que una hipótesis mía, como todo lo que pueda afirmarse respecto del Fenómeno, y también como todo lo que pueda afirmarse respecto de la Realidad. No estamos en un estadio evolutivo de nuestra especie en condiciones (como individuos y como especie) de levantar más que hipótesis más o menos probables acerca de ningún tema que vaya más allá de nuestra experiencia inmediata.[8]

Por lo tanto, quiero adelantar ciertas hipótesis – sin desarrollarlas ni justificarlas aún - relativas al fenómeno ovni y la realidad, al cual denominaré preferentemente el Fenómeno una vez que profundice y amplíe ciertas cuestiones particulares acerca de la naturaleza y del trasfondo del llamado fenómeno ovni, pero también, lisa y llanamente, de sus increíbles y extraordinarias características y manifestaciones:

Foto de ovni desde video de ovnis desclasificados por el Pentágono (2020).

 

I.             El fenómeno ovni parece manifestar una intención y una adecuación de provocar y para provocar una experiencia y modificación en nuestra vivencia y sentido de realidad e irrealidad, más que revelar (voluntaria o involuntariamente) una condición intrínseca al fenómeno y a las características de sus naves y “pilotos” (ya sean extraterrestres, o bien alienígenas, u otras entidades[9]).

Es casi una constante en las experiencias de EC, especialmente en los EC mayores que el tipo 1, que los experimentadores directos expresen o hagan evidente que la realidad se trastorna ante (y en) ellos y se desconoce (se extraña), no sólo físicamente, sino también sicológicamente.[10] Sin embargo, de ser así, seguramente no sólo se busca intencionadamente la modificación del sentido de realidad del experimentador, sino que nuestros saberes colectivos – del orden que sean -, nuestros paradigmas de conocimiento, también sean puestos a prueba, cuestionados, y se modifiquen.

Recordemos, por ahora someramente, que los ovnis son casi entidades con comportamientos que no son propios de un objeto físico natural, por ejemplo, apareciendo y desapareciendo instantáneamente, realizando movimientos y transformaciones en el espacio y del espacio, que violan nuestras leyes físicas. Sus características físicas, morfológicas, de diseño, etc., no siguen un patrón estable ni conocido, ni comprensible, o siquiera creíble para el ser humano. Su mutabilidad no parece tener límites de ningún tipo. Los ovnis se comportan como si estuviesen “conectados” internamente con la mente del experimentador, incluso anticipando sus decisiones y movimientos. Es probable que se hayan manifestado históricamente al ser humano en el pasado, y que haya registros materiales de distinto tipo de su presencia, lo que permitiría suponer su capacidad de alterar nuestra constante de realidad-tiempo, incluyendo acceso a la realidad-futuro.[11] Etc., etc., etc.[12]

Si a lo anterior agregamos las manifestaciones físicas de sus ocupantes ante los experimentadores de ECs, la cuestión relativa al sentido de realidad cobra una dimensión quizás aún más desconcertante y exclusiva, ya que siempre involucra un efecto directo (interacción) sobre la mente del experimentador, y también sobre el cuerpo, en el caso de los EC-IV (abducciones). Esta experiencia de interacción (física y/o mental) entre Entidades y mente humana parece ser incalculablemente trascendental y extraordinaria para la experiencia y capacidad de Realidad del ser humano, pues puede alterar hasta el límite (¿?) la condición, no sólo sicológica, sino hasta ontológica de la mente humana. Es decir, la experiencia de EC con una Entidad alienígena puede llegar a anular - en su grado extremo - la “estructura” (“naturaleza”) síquica y ontológica en lo humano[13], que sustenta, a su vez, el primer principio de Realidad de todo ser humano, mencionado más arriba (n°I).[14] Si a ello agregamos la condición de ruptura y superación de nuestros principios físicos de Realidad – objetivados como “leyes naturales” -, tanto por  parte de ovnis, como por parte de Entidades (“tripulantes”), nos enfrentamos a una anulación también del segundo principio de Realidad, mencionado más arriba (n°2), de modo que podríamos encontrarnos, además, ante una desestructuración y anulación ontológicas de nuestra realidad física, natural y material (Universo).

Esto puede sonarnos desastroso y terrorífico. En alguna medida lo es, pues excede con mucho a las obras de ficción y teorías de invasiones alienígenas y sometimiento de la Humanidad. Esta hipótesis nuestra se parece mucho más a las teorías aniquiladoras de la especie humana. Sin embargo, creemos que hay suficientes evidencias para suponer o hipotetizar que las Entidades se proponen con nosotros un programa planetario de tres etapas combinadas y superpuestas, que en conceptos humanos equivaldría a: destrucción-conservación-recreación. Esto quiere decir que no es concebible un tipo de destrucción aniquiladora, sino una forma de destrucción-transformación (pacífica-violenta) que al mismo tiempo sea conservadora de la condición ontológica humana[15], y seguramente también física y mental, para permitir una recreación sin ruptura total, o hasta sin ruptura “formal”, desde la condición humana actual, hasta la nueva y futura[16]. Esto crea una paradoja que podría expresarse como: “Las Entidades (y ovnis) están aquí para destruir nuestra realidad-conservando nuestra realidad-para recrear nuestra realidad.”

 

II.           Los tripulantes asociados comúnmente a los ovnis son un fenómeno aún más complejo y elusivo que los mismos ovnis. La gente común, sin mayor información especializada, asume que los ovnis son pilotados por extraterrestres o alienígenas de diferentes formas y tipos, humanoides o monstruosos, que viajan por el espacio, o a través de agujeros de gusano, desde lejanas estrellas y galaxias. Sin embargo, cuando se amplía y profundiza la información general, y, además, uno se sumerge en los testimonios de innumerables experimentadores, se descubre que los “seres inteligentes” que aparentemente controlan y dirigen las naves son todavía más desconcertantes y extraordinarios que los mismos ovnis. Sólo para no quedarme en un enunciado tan general y ambiguo, señalo aquí unos pocos elementos que permiten avizorar el tipo y magnitud de asunto que propongo.

Primero, tal como ya señalé, es probable que los ovnis mismos sean un tipo de entidad alienígena inteligente o personal – en un sentido próximo al que nosotros humanos entendemos estos términos -. Su capacidad para asumir aspecto y características perfectamente humanas, o para aparecer como humanoides, o robots, o animales, o esferas, o criaturas monstruosas, o luces u otros tipos de concentraciones de energía, o figuras religiosas, u objetos, o voces, o representaciones mentales de todo tipo, o registros del pasado, o alucinaciones, o sueños, etc., etc., etc., parece no tener límites, ni limitación. Esto nos permite suponer que las formas con que los identificamos y experimentamos no son más que proyecciones y materializaciones estrictamente configuradas para interactuar con lo humano, con personas particulares y únicas, de acuerdo a Sus propósitos ajustados al mismo tiempo a nuestra condición, limitaciones y capacidades. Para cualquier persona normal esto que acabo de describir y enunciar no parece posible, no parece real. Y es verdad, no es real, porque hay seguramente un abismo ontológico entre ELLOS – o lo que sea - y nosotros. Existen ya numerosas hipótesis sobre qué puedan ser y querer estos seres. La mayoría de ellas se sustentan desde lo meramente aparente, en las formas que adquieren en general, o en casos particulares, como, por ejemplo, la llamada hipótesis extraterrestre (HE), vale decir, que son habitantes de otros planetas y/o galaxias que viajan en naves tecnológicas por el espacio interestelar. Nosotros, sin hacernos cargo aquí de la rica discusión al respecto, propondremos derechamente la nuestra.

Como ya dejamos planteado, cuando se ha revisado bastante la multiforme e inagotable bibliografía e información de todo tipo en relación con el fenómeno ovni[17] - tanto la aparentemente confiable, como la aparentemente irrisoria -, la cuestión de los “seres extraterrestres” se transforma – bajo condiciones de apertura mental y cognitiva - en algo absolutamente desconcertante y extraordinario. Uno de los primeros hechos que nos llama la atención es que los “extraterrestres”, o alienígenas, muchas veces no están asociados a la presencia de ningún tipo de ovni. Pueden incluso aparecer en un lugar aislado, cerrado, y desaparecer, o atravesar muros u obstáculos materiales, sin la menor dificultad; pueden comunicarse telepáticamente con personas, estando ELLOS presentes físicamente o no; pueden crear ilusiones en las personas, hipnotizar, hacer dormir o perder la consciencia, pueden provocar visiones, estados alterados de conciencia, estados síquicos, pensamientos, emociones, amnesias, diversas parálisis – probablemente también parálisis del sueño -, sinestesias, sicosis y seguramente otras sicopatologías, incluso hasta el colapso psico-físico con resultado de muerte, etc. Es tal el poder y control que demuestran sobre la mente humana, que éste es otro argumento más para suponer que, si tuviesen alguna intención de control o violencia sobre la Humanidad, ya podrían haberla ejercido sin la más mínima dificultad.[18]

Todo lo referido hasta aquí – más otros aspectos no mencionados -, nos ha llevado a concordar con aquellas teorías que han visto una asombrosa coincidencia entre el fenómeno ovni, junto con el comportamiento de estos seres, con múltiples manifestaciones en diferentes áreas de lo anómalo, de lo misterioso, de lo extraño y de lo fantástico. Quien conoce a fondo la fenomenología ovni-entidades sabe que frecuentemente están asociados a fenómenos y eventos parasicológicos, religiosos, sobrenaturales, legendarios y míticos, históricos, espiritistas, fantásticos, artísticos, anormales, místicos, espirituales, mediúmnicos, absurdos, imaginarios, culturales, terroríficos, etc. Es difícil, por tanto, establecer los límites entre el fenómeno ovni-entidades y las manifestaciones más aceptadas, hasta las más descabelladas, desde los inicios mismos de la condición histórica del ser humano en este planeta. Incluso podría tratarse de una sola y misma Realidad-Irrealidad – una sola Entidad o sustrato óntico y para-óntico - que nos ha acompañado en nuestra evolución natural e histórica tanto a través de las formas – para nosotros - más naturales, hasta las más fantásticas, las más ilusorias y engañosas, las más absurdas, horribles y aberrantes, y, en definitiva, a través de TODO, Realidad e Irrealidad, sin excepción.[19]

Personalmente, aunque ello no es garantía de nada, y sin que signifique para mí otra cosa sino una hipótesis disponible a ser falsada en cualquier momento y permanentemente, actualmente me inclino a creer más en esto último... Entiendo las dificultades y oposiciones que una hipótesis o teoría de esta naturaleza pueda provocar no sólo a las personas individuales, sino a la Humanidad misma, desde la completa reformulación de su Historia, de su conocimiento, de su experiencia, sentido y visión de realidad e irrealidad, de su propia salud y condición mental, de moral, de sentido de vida, de creencia, de futuro, de ciencia, de sociedad, de planeta, de Universo, de identidad, etc., etc., etc., y de TODO… Pero si es cierta, aunque sólo sea en parte, no podremos seguirnos oponiendo para siempre, ni impedir que se realice según Sus propios designios y modos, pero no los nuestros.

 

 

[Continuará]

 

 

 



[1] En todos los casos el concepto de irrealidad o irreal es siempre una extensión (subordinada) del concepto de realidad, ya sea como negación o bien diferenciación de aquello que se concibe como real. Por ejemplo, el color hixterio – lo acabo de inventar – es irreal, porque no es reconocible como parte de los colores físicos, pero también le he otorgado un grado o forma de realidad al inventarlo como color (el referente de realidad).

[2] En consecuencia, si existiese alguna forma de realidad más allá de la experiencia humana de realidad y de irrealidad, no podría ser en absoluto real ni irreal para el ser humano. Esto no es lo mismo que ignorar o desconocer algo que es accesible eventualmente a nuestra experiencia actual de realidad, como por ejemplo que haya algo completamente desconocido en el núcleo, principio o fondo de un hoyo negro – eso de antemano sería accesible y potencialmente real -. Advierto, con todo, que mi planteamiento (teórico) poseería validez sólo respecto del pasado y del presente humano, pero no necesariamente respecto del futuro, pues las condiciones determinantes de la experiencia de realidad podrían eventualmente cambiar.

[3] Utilizo comillas para resaltar que los términos se usan de modo no connotativo, y sólo sugestivo o metafórico, en relación con un “algo” ininteligible e innombrable, pero que nos estamos forzando paradójicamente a hacer comprensible y verbal.

[4] En futuras publicaciones volveré repetidamente sobre estos temas (límites) nada fáciles de concebir y de traducir - siempre imperfectamente - a una conceptualización verbal y racional.

[5] La temporalidad o concepto de tiempo asumido por la civilización occidental es a todas luces un problema candente, una inconsistencia e incoherencia en cualquiera de sus teorías y concepciones, al cual le daremos oportunamente discusión y análisis.

[6] En el hinduismo, que niega la realidad de la experiencia fenoménica y material, igualmente se conserva la distinción real-irreal, sólo que se mezclan y se confunden, prevaleciendo el principio de irrealidad sobre el de realidad (ilusoria) en el ámbito de la experiencia natural humana (Maya). En la filosofía advaita, por ejemplo, se asigna sólo a Brahman (absoluto) la condición de realidad.

[7] La taza deja de ser “la taza”, y la pesadilla, “la pesadilla”… O bien, si no queremos complicarnos la existencia, le asignamos a todo un valor determinado sin más indagaciones ni dudas, como frecuentemente lo hacen las religiones, la ciencia, la política, la moral, los medios de comunicación, y, sin ir más lejos, las personas en su vida cotidiana y personal. Y es que en buena medida el sentido de realidad se nos impone por sí mismo – está dado - desde fuera y desde dentro, sin importarnos demasiado si sea válido o no, porque preferimos que simplemente sea funcional y práctico.

[8] Y aun en este ámbito de lo inmediato, todo es altamente incierto, relativo y discutible. Concordar en lo cotidiano entre dos o más personas que una cosa es más probable que otra – no que parece más probable - es difícil y arduo. Pero, a cambio, puedo estar seguro de que, si miro mi dedo índice, realmente miro mi dedo índice (ámbito de lo inmediato). Por otra parte, al salirme de mi contexto inmediato, y plantearme que, si miro (de hecho) mi dedo índice, esto es real más allá de sólo “estarlo mirando”, carece de certeza indubitable, y sólo puedo plantearme hipótesis más o menos probables al respecto.

[9] Incluso pudiendo haber una suerte de simbiosis, o bien entidad única, entre el “artefacto” ovni y sus tripulantes, como sostienen algunas teorías verosímiles.

[10] Éste es un fenómeno sicológico complejo e inusual, al cual la sicología no le ha dado la importancia y el estudio que requiere. Esta particular experiencia de realidad-irrealidad y sus efectos mentales no son igualables a ninguna otra experiencia natural (física), salvo a algunas de tipo parasicológico. Trataremos de este paralelismo e importantísimo punto en próximas publicaciones.

[11] Existen numerosas experiencias de experimentadores ECs que se manifiestan asociadas a un conocimiento anticipatorio y anticipado del futuro.

[12] Existe abundante información y bibliografía sobre cada uno de estos aspectos, por lo que no haré mención a ellas en esta Introducción. En futuras publicaciones continuaré extendiéndome sobre estos aspectos extraordinarios de ovnis y Entidades.

[13] Reconozco insalvables dificultades para referirme conceptualmente a una experiencia límite para la condición humana. Estas expresiones mías son meramente metafóricas y sugestivas, al igual que todos los términos y conceptos de filosofías tradicionales y/o históricas con los que pueda hallar paralelismos.

[14] En relación con esta hipótesis, mencionaré en futura publicación cierta experiencia personal y extraordinaria que me permite desarrollar con argumentos vivenciales, originales y excepcionales esta hipótesis, que también observo implícita en diferentes relatos de ECs.

[15] Algo así como una “destrucción esencial en transición esencial y formal continua”. Todo este planteamiento, que puede ser muy discutible – eventualmente errado - y difícil de aceptar, será desarrollado y justificado en futuras publicaciones.

[16] Un argumento razonable y probable que circula abiertamente entre ufólogos e investigadores sostiene que, si ELLOS hubiesen querido aniquilarnos o someternos, ya deberían haberlo hecho naturalmente desde hace mucho tiempo, dada la superioridad demostrada respecto de nuestra condición y civilización. Además, han evidenciado falta de agresividad espontánea, y también en Su respuesta no violenta a nuestra agresividad y acción violenta – de diferentes maneras - ante su presencia y encuentro. Personalmente considero que la pretendida violencia de Su naturaleza sicológica y de Sus aparentes intenciones, por ejemplo, en las abducciones, y los maltratos físicos y sicológicos sobre los abducidos, no responde a Su naturaleza, sino a una intención específica y acotada. Lo mismo estimo respecto de otras manifestaciones aisladas de violencia y daño a personas y animales, como en las mutilaciones y en procedimientos cruentos con resultado de muerte. Aunque éstas bien pueden responder a causas que ignoramos, o a circunstancias que desconocemos, como pudiese ser, por ejemplo, que nos encontremos ante la presencia de diversas Entidades, de diferente naturaleza e intención hacia la Humanidad.

[17] Tan elusiva y misteriosa es la condición de los pretendidos ocupantes extraterrestres de ovnis, que la mayor parte de la información y de la identificación del Fenómeno, recae en su aspecto más externo y evidente para nosotros humanos, esto es, los ovnis. Es decir, percibimos, estudiamos y creemos saber mucho más de los ovnis, que lo que percibimos, estudiamos y conocemos de sus ocupantes. Lo cual hace mucho más probable que no conocemos nada, ni de lo uno, ni de lo otro – porque “conocer” es sólo una minúscula realización propia de la condición sólo humana -.

[18] Al igual que en los casos de maltrato y violencia física, también pueden reconocerse ciertos comportamientos coercitivos, violentos y destructivos en el ámbito de lo síquico humano. Sin embargo, no hay ninguna razón para no reconocer un paralelismo con similares motivaciones, explicaciones y circunstancias, que las propuestas en el plano físico y corporal. Vid. supra, n.14. Si bien, asociados a estos aspectos, existen también particularidades sobresalientes y trascendentales, propias del ámbito mental, de consciencia y de identidad (condición) humana, que requerirán un tratamiento especial en futuras publicaciones.

[19] Por ello me referiré en adelante a esta dimensión personal del fenómeno ovni, así como a los seres inteligentes que se le asocian, lo mismo que a cualquier otra forma o manifestación en que puedan presentarse, o se hayan presentado ante la realidad humana, como Entidades o Lo Entidad, a falta por ahora de un nombre mejor.

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