sábado, 4 de julio de 2015

ENCRUCIJADA DE TRES CAMINOS



Ester, morena niña de ocho años, se había alejado de su madre y de su hermano mayor, mientras jugaba en el parque; sin embargo, podía verlos desde lejos, y eso la tranquilizaba. Buscaba tréboles de cuatro hojas entre la hierba y las plantas. Se detuvo bajo un aromo de ancha copa para volver a contemplar el preciado y único trébol que guardaba en el bolsillo de su vestido, dentro de una pequeña bolsa de plástico. Entonces creyó escuchar muy cerca un sonido semejante a un pitido. Miró con atención y descubrió que a no más de un paso había caído un pajarillo de sólo algunas horas de vida, pero que, aún sin plumas suficientes ni fortaleza, sólo se estremecía cada cierto rato. Ester no supo que en ese momento se cumplía en ella la ley de la vida: tres condicionamientos naturales, sólo tres opciones humanas ante cualquier situación… Ester podía acercarse y tomarlo amorosamente para ayudarlo a volver a su nido. Ester podía seguir adelante indiferente a su suerte. Ester podía aplastarlo con su pie… --Lo demás sólo sería variaciones de lo mismo--… ¿Cómo podía saber que veinte años más tarde elegiría amar a John y que, ya dispuestos a casarse en unos días más, se enteraría de que John le era infiel con su mejor amiga?... ¿O que a los cincuentaicuatro años, sentada en el reborde de un alto puente, la mirarían de reojo y con indiferencia decenas de transeúntes antes de que se lanzase al vacío?... En cada uno de esos decisivos instantes, la misma encrucijada…La vida de un humano cualquiera se debate en la inconciente necesidad de optar por alguna de estas tres precarias formas de libertad… Esta vez, Ester decidió dar un paso y aplastar al insignificante pajarillo…

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