domingo, 15 de febrero de 2015

El Cuervo (Edgar Allan Poe)







EL CUERVO
(Edgar Allan Poe)



Érase una noche oscura mientras meditaba débil y cansado,
inclinado sobre un singular y raro libro de olvidada ciencia,
mientras cabeceaba casi dormido, de pronto sobrevino un repetido golpe
como de alguien que tocase leve, golpeando la puerta de mi cuarto.
"Algún visitante," murmuré, "llamando a la puerta de mi cuarto,
--Sólo eso, y nada más".

¡Ah!, con claridad recuerdo ese desolado  diciembre,
y cada separada moribunda brasa dibujaba su fantasma sobre el suelo.
Yo esperaba ansioso otro mañana; -- en vano había intentado pedir
a mis libros un final a mi dolor -- dolor por mi perdida Leonora --
por la única y radiante virgen llamada por los ángeles Leonora --
aquí ya sin nombre, para siempre.

Y el sedoso triste incierto musitar de las cortinas rojas
me conmovía- me llenaba de fantásticos terrores jamás antes sentidos;
entonces pues para acallar el latido de mi corazón me pongo a repetir
"Es un visitante que ruega entrar ante la puerta de mi cuarto --
Algún visitante tardío que ruega entrar ante la puerta de mi cuarto;
--Eso es y nada más.”

Al punto mi ánimo cobró valor, y ya sin titubeos,
"Señor", dije, "o señora, en verdad vuestro perdón imploro;
pero el hecho es que estaba dormitando y con tanta suavidad golpeaste,
y tan débilmente viniste a tocar, a tocar mi puerta,
que apenas creí escucharte"- ahí con amplitud abrí la puerta; 
-- oscuridad había, y nada más.

En aquel sondear profundo las tinieblas permanecí por largo tiempo, asombrado, temeroso,
dudando, soñando sueños que ningún mortal había antes osado soñar;
pero el silencio era insondable y la quietud callaba,
la única palabra ahí proferida era el susurro "¿Leonor?"
Esto susurré, y un eco me murmuró la palabra "¡Leonor!"
--Sólo esto, y nada más.

Vuelto a mi recámara, toda el alma ardiéndome por dentro,
pronto oí unos golpecitos algo más fuerte que antes.
"Sin duda," dije yo, "sin duda hay algo en el postigo de mi ventana:
deja que  vea, entonces, lo que sucede allí, y este misterio explorar
--Dale a mi corazón todavía un momento y este misterio explorar; 
--“¡Es el viento y nada más!".

Me abalancé a abrir la persiana, y con un gran impulso y aleteo
entró un majestuoso cuervo de los sacros días de antaño;
no hizo la menor reverencia, ni un minuto se detuvo o dudó
y con aires de gran señor o dama, se irguió encima del portal
 --se irguió sobre el busto de Palas justo encima del portal 
--erguido, posado y nada más.

Entonces este pájaro de ébano hechizando mi triste imaginación en sonrisa
por el decoro grave y serio del semblante con que se revestía,
"Aunque tu cresta esté desnuda y rapada, tú," le dije, "para el arte no eres un cobarde,
horrible, triste y vetusto cuervo que merodeas la ribera nocturna 
--dime cuál es tu nombre señorial en la plutoniana ribera de la noche! "
Dijo el cuervo: "Nunca más."

Cuánto me asombró a este pájaro tan desgarbado oír,
aunque su respuesta poco significado, poca  relevancia tuviese,
pues no podemos sino concordar que ningún humano vivo
ha sido antes bendecido con la visión de un ave sobre la puerta de su recámara 
--pájaro o bestia sobre el busto esculpido en el portal de su pieza
con semejante nombre: "Nunca más."

Mas el cuervo posado solitario sobre el plácido busto sólo decía
esa única palabra, como si su alma en esa única palabra se vertiese.
Nada más dijo entonces – ni una pluma entonces movió 
--hasta que yo apenas más que murmurando, "otros amigos han volado antes 
--al día siguiente él me dejará, como mis esperanzas han volado antes ".
Entonces dijo el pájaro: "Nunca más."

Sorprendido en el silencio roto por la respuesta tan bien proferida,
"Sin duda", dije, "lo que pronuncia es su repertorio y almacén,
tomado de algún infeliz maestro a quien un cruel desastre alcanzó pronto
 y alcanzó más pronto incluso a sus canciones alguien que llevase su carga 
--hasta los plañidos fúnebres de su esperanza, de que la melancolía llevase su carga
de 'Nunca -- nunca más' ".

Mas el cuervo todavía hechizando toda imaginación mía en una sonrisa,
derecho hice rodar un mullido asiento frente al pájaro, el busto y la puerta;
entonces hundiéndome en el terciopelo comencé a urdir
una fantasía con otra, pensando en lo que este ominoso pájaro de antaño
--lo que este triste, desgarbado, horrible, adusto y ominoso pájaro de antaño
significó graznando "Nunca más.”


Sentado me quedé conjeturando en esto, sin pronunciar palabra,
frente al ave cuyos ígneos ojos quemaban el centro de mi pecho;
esto y más, sentado, adivinaba, con la cabeza descansada reclinando
sobre el aterciopelado forro del cojín donde la luz de la lámpara se deleitaba,
pero, cuyo forro de terciopelo violeta con la luz de la lámpara deleitándose allí,
donde ella debía presionar, ¡ay!, nunca más.

Entonces me pareció que el aire se tornaba más denso, perfumado por invisible incensario
mecido por serafines cuyas pisadas tintineaban en el piso engalanado.
"Miserable", sollocé, “tu Dios te ha concedido -- por estos ángeles te ha enviado
respiro -- respiro y nepente de tus recuerdos de Leonora:
¡Apura, oh, apura este benigno nepente y olvida a tu ausente Leonora! "
Dijo el cuervo: "Nunca más."

"Profeta!" dije yo, "cosa del mal – profeta incluso si pájaro o demonio! --
ya sea el Tentador enviado, o bien una tempestad te arrojó a esta ribera,
desolado e impávido, a esta desierta tierra encantada 
--a esta casa por el horror acosada- dime en verdad, te imploro -
¿Existe -- existe bálsamo en Galaad? -- ¡dime -- dime, imploro "!
Dijo el cuervo: "Nunca más."

"Profeta!" dije yo, "cosa del mal – profeta incluso, si pájaro o demonio!
por ese cielo que se curva sobre nosotros --, por ese Dios que ambos adoramos 
--dile a esta alma abrumada de penas si en el remoto Edén
habrá refugio para una santa doncella a quien los ángeles llaman Leonora
-- refugio para una única y radiante virgen a quien los ángeles llaman Leonora ".
Dijo el cuervo: "Nunca más."

"Sea esa palabra nuestra señal de partida, pájaro o demonio", le grité, incitándolo a partir
 --"¡Vuelve a la tempestad y a la orilla plutoniana de la noche!
¡No dejes negra pluma en señal de esa mentira que tu alma ha declarado!
¡Deja mi soledad intacta -- Abandona el busto del dintel de mi puerta!
¡Aparta tu pico de mi corazón y aparta tu figura de mi puerta! "
Dijo el cuervo: "Nunca más."

Y el cuervo nunca alzando el vuelo todavía está sentado, todavía está sentado
sobre el pálido busto de Palas justo encima de mi puerta;
y sus ojos tienen la apariencia de un demonio  soñando,
y la luz de la lámpara sobre él derramándose arroja su sombra hasta el suelo;
y mi alma, desde el fondo de esa sombra que yace suspendida sobre el suelo
ha de levantarse -- ¡nunca más!


(traducido del inglés por Rodrigo Inostroza B.)



1 comentario:

  1. Hace mucho, mucho tiempo que leí este relato perturbador. Gracias por traerlo al blog. Un saludo.

    ResponderBorrar