A
la carrera te espero
sobre
una nube de lágrima,
por
el ancho de tu boca
se
me alumbra la esperanza
la
adormecida, la loca
la
que no puede nada
más
que mirar al cielo
con
un gemido de plata.
Llega
el final de la noche
y
entre besos sin labios
me
llamas
entre
despertares corruptos
entre
inicios que jamás comienzan
entre
suicidas palabras.
Vuelvo
hacia atrás mi mirada
temeroso
de haber descuidado tu nombre,
me
invento un pasaje al futuro
para
alcanzar tu parada,
busco
adentro
vuelvo
afuera,
pero
sólo se me duele el vértigo
de
nuestro adiós que me arrasa.
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