Si
tuviera que leer un poema
leería
uno dulce y cierto,
amigo,
sencillo, luminoso y liviano.
Leería
un poema que me hablase de un lago,
de
un lago encantado, de una hada de cabellos rojos,
de
ojos verdes con reflejos de agua y praderas,
quizás
de niños, de niños riendo y jugando,
pediría
música, música y vino,
sonrisas
bellas y hasta cuerpos desnudos,
sol
no demasiado,
algo
de noche, ocasionales estrellas entre azules y rojas
titilando,
leería
que es mejor la esperanza
el
mañana bien dispuesto a existir
una
cena con dos velas
y
el amor que todo lo vence
aunque
con un dejo de nostalgia.
Quiero
leer esos versos repetidos
bellamente
manoseados
con
nombres de grandes poetas
en
la portada
seguro y cierto de su belleza y su verdad.
Quiero
leer ese poema, perdón
sí
que quiero
denme
cientos, miles, infinitos
para
huir por fin la realidad.
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