jueves, 10 de noviembre de 2011

El pasado


El pasado dibuja en el presente su historia
y se resiste
relata en animitas junto al camino la memoria
un desvencijado Ford sin ruedas
la ortiga dolorosa y verde crece sobre sus asientos rotos
y sin estridencias
vuelve una y otra vez la luz del día para no olvidar
que estamos vivos aunque ayer morimos
también mis tíos que siempre murieron
y aunque no fui a su funeral para no morir con ellos
cuando me miro en el espejo me reconozco en sus caras
sonrientes y largamente desvelados
para que no le tema a la muerte
la presente siempre en el pasado
como un callejón bien angosto
donde hemos comprado allá en el fondo nuestra nueva casa
¿para qué hablar de pasado si está entre nosotros el futuro?
y si quisiera incluso otro tiempo
el tiempo arriba o el tiempo de al lado
o el mejor de los tiempos
nadie podría negarme que las amapolas empujan hacia arriba
y que por mi lado pasan sombras de otra edad
las propias si quisiera
o tantas otras luces que aquí llamamos sombras.
Al calor del pensamiento crecen larvas
los caracoles arrojan espuma por el vientre
y en arcoíris desgarran el mundo sin tocarlo
son nubes de inexistencia explosionadas en mariposas
son las vides tempranas que sonríen y sonrojan
sin mirar el reloj
que cuelga como un vellocino seco de una higuera seca
atrapado en el potro de su ritmo algorítmico
como una catedral gótica atrapada entre cien rascacielos
se golpea el pecho de ceniza y piedra por sus deudos
se resiste
inmovilizada
latente
a cerrar el paso hacia las catacumbas del tiempo
y señala hacia la rosa de los vientos
allí la presencia del huracán
aullido enloquecido demasiado alto en la cornisa
para que algún humano subterráneo la vea.

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