domingo, 20 de septiembre de 2020

CÓMO SE SOSTIENE ESTO

 

 


--¿Cómo se sostiene esto, en realidad?... Por todas partes nos espía aquello que podría deshacernos más allá de toda existencia. Y es tan grande, tan inmensamente inconcebible el Bien Supremo, que el Mal, al desplegar por todas partes su acción en este mundo, sólo puede ser desdoblamiento del mismo Bien que actúa como Mal en esto y en aquello.

--Y al mirar las galaxias crees inocentemente que allí se acaba todo… Tus ojos, tu corazón, tu tonta inteligencia pueden contemplar al final el muro matemáticamente sólido del Universo, la negrura y el fin de la noche: eso, que es la dureza diamantina del ataúd de la nada tuya, mía y de todos, con la que se hace acto irte a dormir tranquilo sobre un lecho duro y cierto, aunque sea nada, porque concibes que te retiene sólidamente, aunque sea tan inquietantemente falso y mental como la paz de la muerte, o como las estrellitas infantiles que titilan en las alturas basales de cada cielo…

--Y luego sueñas para sobrevivir, para que dudes y sobrescribas tu epitafio: ¿Qué es real?...

--Sí; sueñas para poder despertar, y estás despierto para alcanzar el dormir profundo.

--Entonces, tú sientes un escalofrío que casi juguetonamente no llega a congelarte la sangre con el crujido del agua de ángeles, porque nunca nada es tanto lo mismo como para que no puedas confundirte con su contrario.

--¡Pero ustedes están locos!... ¡Locos de remate!... ¿Qué están diciendo?... ¿Cómo pueden vivir con esas ideas en la cabeza?... ¿De verdad creen todo esto que están diciendo?...

--No es tan difícil, no es mérito ni vergüenza ser loco y sostener hasta la vejez la propia locura; lo insoportable es soportar la locura del otro.

--Yo tampoco me hago problema con mi locura desquiciada; mi problema con la locura es qué hacer con tantos tipos de locura y tanto loco; o sea, qué hago con tantas personas que me están viviendo dentro de sus delirios infinitos, inextinguibles, arrolladores, inalcanzables. Aun así, el Bien Supremo, la Divinidad manifiesta en su delirio supremo me enseña con suficiente espacio y tiempo que nos contiene a todos. Eso es mi Profeta, Santo y Maestro, pero se me arranca como se arrancan los ovnis a velocidades inexistentes. Seguir fielmente al Bien Supremo es para mí acabar haciendo una y otra vez “el mal nuestro cotidiano” … ¿Qué es esto?... Realmente, ¿qué es esto?...

 

El diálogo se detuvo abruptamente. Los tres amigos se quedaron con los ojos inmensamente abiertos y en silencio ante el inexplicable penal cobrado por el árbitro en contra de la selección de fútbol de su país, a dos minutos del final.

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