Afuera
de este diminuto espacio iluminado y tibio
veo
sólo oscuridad por las ventanas,
tenebrosas
ventanas que me protegen del precipicio de un mundo abisal,
o
de montañas de rocas fantasmagóricas y negras
que
van escalando dificultosamente
hasta
lo más alto y ancho por encima de todo:
la
muerte.
Y
más allá de la oscuridad y la muerte
un
sol poderoso, invisible, inalcanzable,
se
burla al igual que la muerte
de
la tenebrosa ceguera humana
que
dormita detrás de unas minúsculas ventanas.