Los
reyes hacen chocar sus copas de oro
y
el trueno de la música feliz ensordece la corte,
baila
y ríe dentro del resplandor
ausente
de las multitudes que afuera
queman
por miles los cadáveres de sus deudos
en
hogueras de hambre y negación.
Dinosaurios
y profetas abandonaron juntos
el
espacio de este mundo inconmovible
cuando
un niño tras otro es degollado
y
martirizado por los que esconden
la
verdad,
esa
que ha borrado todo tantas veces,
incluso
sus horizontes en el mar, sus bendiciones, sus madres,
su
piedad.
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