El niño Jesús baja de los
brazos de la Virgen y la mira toda de negro y llorosa. “¿Por qué lloras,
madre?” --“Por los pecados del mundo, hijo mío… por los pecados del mundo.” --“Si
quieres llorar tú, madre, llora y llora… pero yo me voy a jugar.” --“Espera,
hijo mío”, dice la Virgen. “Es que te van a crucificar…” --“Bueno… entonces, madre
mía, jugaré al crucificado.”
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