sábado, 28 de febrero de 2015

El Amor



Inventamos tantos mundos sin ti
Amor
pero ninguno prospera,
y las formas que desde el amanecer
suspendemos laboriosamente sobre Atlas
sin Amor
inexorablemente las extinguirá
la descomposición de la mortalidad,
y las tempestades precipitadas de placer
embozadas de ti
perduraron no más
que una lágrima anidada en el desierto.
Y el Amor (sin embargo)
elude nuestro abrazo brutal
una y otra vez disociador de todo
que produce, que progresa
sin besos, sin amor, sin luz.
El Amor desnudo y núbil
en la intimidad de todo.

jueves, 26 de febrero de 2015

A la carrera



A la carrera te espero
sobre una nube de lágrima,
por el ancho de tu boca
se me alumbra la esperanza
la adormecida, la loca
la que no puede nada
más que mirar al cielo
con un gemido de plata.

Llega el final de la noche
y entre besos sin labios
me llamas
entre despertares corruptos
entre inicios que jamás comienzan
entre suicidas palabras.

Vuelvo hacia atrás mi mirada
temeroso de haber descuidado tu nombre,
me invento un pasaje al futuro
para alcanzar tu parada,
busco adentro
vuelvo afuera,
pero sólo se me duele el vértigo
de nuestro adiós que me arrasa.

sábado, 21 de febrero de 2015

EMOCIONES


¿Con qué emoción podría emocionarme cuando me unifico con la infinita multiplicidad de seres de este universo? ¿La belleza podría contener esta sensación de asombro, de desbordamiento de ser ante tanta perfección, ante tanto fenómeno múltiple diferenciado y uno? Mi intelecto o mi conciencia pueden pensar y representarse todas las cosas como un estado de unificación de algo tan extremadamente disímil y único que acaba deshaciéndose a la distancia de un espejismo, y al fin sólo balbucean torpemente: T-O-D-O… ¿Cómo podría yo experimentar en mi pequeñez de cosa, de persona humana, la totalidad que no se acaba en ninguna frontera de mí? Yo me detengo un breve tiempo en mi yo y luego la infinitud continúa adelante más allá de mí, escalando el misterio que nos supera y nos contiene al mismo tiempo. Podría entristecerme o alegrarme ante la pequeñez de mis sentimientos, pero no es suficiente. Y aunque reúna todas mis emociones no soy capaz. Y aunque construya un templo del alma con las emociones más puras y sublimes acabo siempre abandonándolo todo; entonces salgo a mirar las estrellas y me acurruco una y otra vez en la inmensidad de la noche, hasta caer fulminado por el sueño que me devuelve a algún punto primitivo en la espiral.
¿Acaso en el amor mío sí podría experimentar la totalidad? Y aunque así fuese, la totalidad siempre excedería toda forma de amor. Y lo mismo la paz,  la verdad, la vida. Ni siquiera Dios podría contenerse a sí mismo, termina siempre en el pasado herido por un costado, desangrándose en el vacío.
Tampoco yo puedo retenerme a mí mismo cuando avanzo paso a paso en esta realidad que excede toda emoción ofrecida, al unirme más y más a ella. Presiento entonces una nueva emoción, una emoción de mi espíritu que supera toda emoción. Ella por un instante gira sobre sí misma y me observa tan tenue como un rayo de luna que aun no se estrella contra la tierra. También yo soy el pedazo de roca contra el que chocan las llamas de los astros eternos. Esta vida mía que se reconoce siempre nueva para algo siempre nuevo. Yo, el hombre que dispone todas sus emociones para excederse a sí mismo. El tiempo se reúne conmigo como una montaña que crece continuamente, aunque sea yo tan pequeño como cualquier grano de nada. No me muevo, mas aun así avanzo en el vello sedoso de una oruga. ¿Qué será lo que siento?