viernes, 7 de noviembre de 2014

Amanece




Sobre el alma carnosa del día ingenuo
titilantes origamis de seres inciertos
al garete de dubitativos soles amables
desnudan extremidades vegetales
y se visten flores de orgullo
ancladas en las noches.
Piel extendida por los recovecos tristes
de las ciudades subterráneas
grabadas con uñas de frenesí
por el silente aliento fugitivo
hacia el perfumado índigo del sueño
del pájaro de fuego abrevadero y lago.
¿Es tan alto el cielo para el que no existe mirada?
¿Tan ancha la espalda de la nada virgen
y la vida de la piel humana que la cubre
tan sensible
que despierta la conciencia de todo un universo
en nuestro instante brillante y tenebroso?
Con una obstinada rabia agradecida
contemplo que mi vida acaba
donde todo siempre comienza
rosada piel de niño moribundo.

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