domingo, 6 de octubre de 2013

FELICIDAD


 
Sentado sobre la acera mira el moreno vagabundo las volutas grises y dispersas del resto de colilla de un cigarrillo encendido, cuando emergen de su negra boca. Detrás de él espera su carro de supermercado lleno de cartones y basuras, inmóvil y desviado. Fuma solitario a las seis de la mañana, con los pies negros sobre el asfalto gris. Parece feliz, misteriosamente feliz, porque simplemente fuma. Su sonrisa no es una sonrisa que haya visto alguna vez. Fuma feliz su pequeño tesoro, pero sus ojos contemplan algo a través del humo. Contempla --sin saberlo quizás-- más allá de toda pobreza o riqueza, por un breve instante, esa felicidad que todos tratamos de alcanzar en el esfuerzo diario... Cabalga sobre su humo liviano más allá del sol y las estrellas. Fuma y sonríe como seguramente fumaría y sonreiría Dios, si pudiera.