Dejo que Dios pulse las cuerdas de mi
alma como una brisa pasa a través de las ramas del sauce.
No soy simplemente una piedra que se
deja patear por el Dios caminante.
Si Dios quisiese podría impedir que
yo afirmase: “Dios no existe”.
Me gustan las flores cuando se
parecen a mí.
Me gustan el cielo y el mar porque
siempre están jugando.
Mis ojos son espejos, ventanas y
ojos.
Dejo que Dios venga a mí, como yo voy
a él.
Yo soy Dios, pero nunca acabo de ser
yo.
Tengo manos para acariciar el alma de
los seres humanos.
Tengo dientes para morder y aun así
vivir en la paz de Dios.
Un día más se ha ido y no le he
impedido pasar a través de mí.