Se
camina sobre una lienza vibrante
clavada
por los extremos del infinito
en
inocencia como el malabarista ciego que sonríe al perder el equilibrio
o
el piar de un pajarillo dentro un nido arrastrado por las aguas.
Se
camina el recuerdo una y otra vez
el
recuerdo abismante y profundo como caída por la garganta de la muerte
lacrimoso
y dulce de vida que se resiste a desaparecer
agarrada
a ti, reconociendo tu obstinación suprema sobre un arca de noé
esa
que tras el diluvio de las horas gira y gira dentro de un yo soy luz
crédula
en el milagro diario de una vida que no conoce la muerte
porque
simplemente aún no ha muerto
y
que si muere, no se acaba.
La
gravedad rota por el cuello sopla copos de luz
y
un corazón sonriente liberado de su anciana tortura
sueña
recostado sobre las trasparencias de las alas de una libélula.
Tantas
manos te levantan cariñosamente
para
que las aguas del pantano negro
nunca
más te toquen
y
los recuerdos van y vienen como mundos
desde
todos los tiempos posibles
sin
ninguna resistencia
sin
ningún orden.
Tú
sabes que estás dentro de algo
empujado
por algo
amado
por algo
que
te supera
ante
lo cual tu única libertad
es
sonreír o llorar
o
sonreír y llorar.