Entró
una nube de estrellas por mi ventana
pensamientos
leves y veloces
como
un beso robado en el instante de la muerte
diminutas
sonrisas de fieltro dorado
sobre
la palma azul de mi mano abierta
dulzura
del infinito habitado por niños
que
esperan detrás de la noche paciente
de
la noche lenta como el reloj de un loco
que
enterró hace mil años debajo de un cielo
un
cielo de palomas negras y blancas
saliendo
por mi ventana volátil
hacia
las estrellas.
Hola Rodrigo, que tenga un buen año. Me encanto este poema, es como un remolino donde el sentido se opaca en una vorágine de palabras en perfecta cohesión. En ese ir y venir nos quedamos atrapados como entre cielo y tierra,
ResponderBorrarGracias, hermano.
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