martes, 25 de diciembre de 2012

Ángel de la guarda




Ángel de mi guarda
nombre aprendido en el sueño de mi infancia
entre descensos apresurados de bondad huérfana
en respuestas tímidas y muy mías de amor
a un despertar de atrevidos acosos
que a veces se enfrenta con gigantes de ensueños
y golpes de destino incomprensible
como rayos encadenados alrededor de mi flaca figura
entre besos y manotazos de plumas celestiales
porque todo ángel identifica su zona de crueldad
como la sombra furiosa del ángel que lucha contra sí mismo
y nos adormece sin certeza si para la vida eterna
o para esta vida moribunda del despertar matutino.

Ángel de la guarda sin cliché
ángel desbordado de los mitos patrimoniales
resoplido de una consciencia alterada por el miedo
que se habla a sí misma convincente y convencida
en el reconocimiento de su propio vuelo cósmico
ángel con ángel
advenimiento de las tormentas dulcificadas
de las paternidades dudosas pero ciertas
de los caminos incomprensibles del extrañamiento
humanizados a fuerza de un dios de amor
con ángeles guardianes como legiones de moscas santas
que se reparten los niños del planeta
y juegan a otorgarles dulces sueños en abrazos de felpa
o a dejarlos caer por la angustiosa garganta de la muerte
hasta recibirlos por el otro lado del dolor
en la cuna de la muerte que comienza.

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