No
somos nada,
la
permanencia es una huesera de cosas muertas
pues
lo que ha vivido ya no vive y se ha ido,
sólo
la materia densa se hunde en esta roca
atravesada
en la memoria descompuesta del niño
que
se emociona con la belleza de las cosas muertas
y
juega inagotable con la vida inexistente y putrefacta.
No
somos nada
y
aun así arrastramos la mole de Sísifo
al
despertar cada mañana
sobre
una luz que baja y baja
incomprensible
y animosa a la tiniebla.
Y
aún así me maravillo con esta nada
que
siente sed y bebe,
que
dice Hágase la luz
y
su luz aparece en medio de la nada.
Una bonita entrada.
ResponderBorrarUn sentimiento que nos acompaña a lo largo de la vida.
Me gustó esa Nada, que sin embargo come y bebe
Un saludo
Así es, Pepi, bonita nada que apenas le alcanza para beber, si puede...
BorrarGracias y un gran abrazo.