Las
olas venían a golpear mi mañana
y
un gallo depositaba sobre mi almohada
aroma
de huevos a la copa,
las
yagas nocturnas lavadas con harina tostada
las
manos blancas como cortinas al viento
voces
de hadas tempraneras con nombres de madres
y
el gato ronroneando bajo las sábanas.
El
pasado es infinito
jamás
se detiene en ningún recuerdo,
huele
a sol enterrado bajo infinitos soles
o
a trenzas de voces y besos
a
espiral de claroscuros
caída
libre por el centro de sí misma,
al
ojo de la tierra atravesado por un relámpago,
a
las neblinas de la infancia quieta
entre
columnas de amor y miedo.
Corría
desnudo por la playa larga
sin
cuerpo, a pura alma pelada
y
así se iba el tiempo hacia atrás
enroscándose
hacia la noche feliz
de
mi pasado infinito.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario