Manos
de copas en cálices de sed humana
copas
calientes rebosantes de sangre
entre
excomulgados lamentos y sonrisas de vertiente sajadas
de
mujeres y niños con manos entrelazadas sobre un camino de tierra.
El
ruiseñor y las cigarras cantan y chillan en la espesura
bajo
un sol implacable como una mano en el cuello
dentro
del olor de una rosa envuelta de sombras
en
el jardín de Caín que ha borrado la luna
que
ha cortado las venas de su padre y su madre
para
beberse su sangre en el cáliz funerario de vida.
Esferas
horizontales para retener el sol
devoluciones
del martirio cogido in fraganti
con
sospechas de colusión de una tierra solidificada
mientras
el volcán escupe todavía pedazos de verdad
entre
espasmos de una naturaleza sexuada
que
desenvaina su juego
a
infieles espaldas de la conciencia humana
y
escupe destinos
como
besos, cigarros, lagunas
y
justificados bostezos
o
sin mí.