En
mi casa hay un esquina donde cuelga una araña blanca
un
rayo de sol atraviesa un vidrio rojo y se convierte en dorado
en
ocasiones la escala se extiende tanto hacia arriba
que
no logro subirla por completo durante el día
y
las flores sonriendo se esconden detrás de las hojas verdes
el
trigo recostado en un saco conversa amigablemente con el horno
la
ducha canta con voz femenina
el
patio ladra desde el fondo de la casa
y
el cielo huele a jazmín con manchones de fresa.
Me
gustaría que vinieses a cenar conmigo esta noche
pero
antes debo terminar de escribir este poema.
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