A
un comedor abandonado
le
cerraría sus cortinas y lo dejaría dormir.
Un
comedor abandonado
con
una ventana entreabierta y rota
con
tallos ancestrales y mustios
y
algunos besos rojos sobre una servilleta mustia.
Un
comedor de paredes oblicuas desgastadas por el hambre
una
mesa de roble oscurecida por los vinos de la noche
un
pasillo desvestido sobre un suelo de mármol
tocado
por un respiradero de luz mágicamente
de
voces que se añoran entre sinfónicos metales y lozas
de
figuras humanas que siempre se encuentran ausentes
y
abrazadas de memoria para no caer
por
el agujero fantástico del tiempo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario